El Señor del Arbol
El Señor del Arbol de Cuicuno
La
difusión de la advocación al Señor del Árbol de Cuicuno es un fenómeno que se
incrementa día a día, en el ámbito de los creyentes de la región interandina del Ecuador.
A 13 km al norte del centro del cantón Saquisilí,
en la provincia de Cotopaxi, se encuentra uno de los sitios religiosos más
turísticos de la Sierra central. Se trata del santuario de Cuicuno, barrio
de la parroquia Guaytacama de Latacunga. Hasta allí cada semana
llegan más de 5 mil visitantes atraídos por un impresionante e histórico
atractivo religioso.
La devoción a la imagen del Señor del Árbol, cuya
leyenda se remonta al año 1640, ha sido considerada por siglos un ‘imán’ de
turistas y el ‘motor’ del desarrollo sostenible de la localidad. Lucía
Chicaiza, latacungueña de 70 años, como la mayoría de sus coterráneos recuerda
que su abuelita le relató la historia de fe que acompaña a la llamativa imagen.
“Dicen que en Cuicuno había mucho pajonal, y poca cosa más, hasta que llegó un
comerciante de Quito, quien sembró muchas variedades de árboles.. Y junto a los cultivos y a la sombra del quishuar
tenía un hermoso rebaño de ovejas para el sustento de su familia. Un día constato sorprendido que algunas de sus
ovejas habían desaparecido del redil. De inmediato pensó que su propiedad
estaba fichada por ladrones. Como el quishuar reservado era corpulento y
frondoso, pensó que servía de escondite para los ladrones y resolvió
derribarlo, muy a pesar suyo.
Una tarde
un hombre desconocido le saludo en su casa y desapareció enseguida. Domingo se
dijo a sí mismo: "ese debe ser el ladrón". Salió para
perseguirlo, pero no lo encontró. A su retorno resolvió definitivamente
derribar el quishuar. Cuando de un hachazo desgajo una de sus más gruesas ramas
que crecía a poca altura del suelo, entre admiración y espanto vio que de la
herida salía sangre, más tarde apareció la impresionante y bien
formada efigie del Señorcito milagroso, como también se conoce a la imagen”,
manifestó la mujer.
Ante
esta visión Domingo quedó estupefacto y corrió a Saquisilí para
avisar al sacerdote misionero. El misionero vino al lugar y, luego de constatar
lo que había aseverado ordenó mantener el árbol durante algún tiempo
más. A lo largo de algunos meses fue asomando poco a poco la imagen de Señor.
La
difusión de la advocación al Señor del Árbol de Cuicuno es un fenómeno que se
incrementa día a día, en el ámbito de los creyentes de la región interandina.
Este
árbol está asociado con los ancestros nativos, es decir los mallqui. Los
que a su vez tienen relación con la celebración nativa de Difuntos. Señala la
tradición que sobre 1670 se procedió a cortar un árbol de quishwar o conocido
también como el Árbol de Dios y para asombro de fieles y clérigos, se encontró
una figura de Cristo. Este es el origen de la devoción al Señor del Árbol de
Cuicuno.
Este
Santuario se edificó en el siglo XVI, y perteneció a la familia Rovayo. En el
mismo sitio un indio de Guápulo (Quito) compro a la misma familia dos
“caballerizas” (medida de área española), para sembrar allí el árbol de
“Quishwar”, también conocido como árbol de Dios. Este árbol está asociado con
los ancestros nativos, es decir los Mallqui. Los que a su vez tienen relación
con la celebración nativa de difuntos.
La
iglesia de Cuicuno tiene una nave central y esta cruzada por una nave lateral a
la altura del atrio. En ese sitio se edificó la iglesia alrededor de la imagen.
El santuario es visitado por fieles de todo el país y tiene cierta vinculación
con San Gonzalo de la Capilla de la Medalla Milagrosa en Ambato.
La fe de los devotos se ve reflejada en el vidrio
que cubre el tronco con la imagen del Señor del Árbol al que día tras día
acuden los feligreses para pedir un milagro, o en busca de que el Señor los
proteja.
*Pomasqui celebra al Cristo que nació en un tronco
La imagen de Jesucristo en el tallo de un árbol
ancestral ha sido venerada por los habitantes de la parroquia de Pomasqui, en
el norte de Quito por más de 400 años. El rostro de Jesús es similar al de
otras imágenes, la diferencia es que está colocado en el tronco de un árbol
ancestral.
Pomasqui era
lleno de árboles llamados quishihuares y los indígenas y moradores dejaban sus
asnos y caballos a la sombra de los frondosos árboles hasta que concluyeran los
oficios religiosos, luego de hacer sus compras retornaban a sus casas.
La aparición de la Imagen del Señor del Árbol dio inicio al nuevo pueblo indio, fruto de la colonización y su fusión cultural de los pueblos. No hay una fecha exacta en la que conste la aparición de la Señor, pero ya los documentos de la parroquia mencionan que ya en el año de 1639 existía la Imagen, luego, se estima que el Señor apareció entre 1620 y 1686.
En Domingo de
Ramos, ocurrió algo muy especial, habían dejado, como de costumbre, bajo la
sombra del frondoso quishihuar a sus animales, al retornar de los oficios
religiosos vieron que el quishihuar tenía algo sobrenatural, pues todos los
animales estaban con sus manos dobladas en señal de veneración y respeto hacia
el árbol de Dios. Sobrecogidos y con temor fueron a comunicar a los frailes
sobre lo que habían visto. Este hecho volvió a repetirse durante los siguientes
días santos. El día Viernes Santo, el padre superior se percató de lo
acontecido, asombrado, procedió a repicar las campanas y convocar a los fieles
en torno al árbol para acreditar ante testigos el hecho.
Los frailes,
al ver lo ocurrido, deciden enviar a esculpir el rostro del Santo Cristo e
insertarlo entre las dos ramas del árbol, de tal manera que da la impresión de
que formara un solo cuerpo del Señor con el árbol.
Esta imagen fue bendecida e
injertada en el árbol, dio comienzo a una nueva manifestación de la fe en el
pueblo. Lo primero a construir el Santuario, luego bendecir la imagen. Este
hecho muy significativo para la fe naciente de un pueblo motivó para que se
iniciara la construcción del Santuario, a pocos metros del Tempo Parroquial
(actual Iglesia Matriz de Pomasqui).
La aparición
de la Imagen del Señor del Árbol dio inicio al nuevo pueblo indio, fruto de la
colonización y su fusión cultural de los pueblos. No hay una fecha exacta en la
que conste la aparición de la Señor, pero ya los documentos de la parroquia mencionan que ya en el año de 1639 existía la Imagen, luego, se
estima que el Señor apareció entre 1620 y 1686.
El rostro
moreno de la Imagen inserto en el sitio donde su tronco principal se abre en
dos gruesas ramas, hace pensar que se produjo un injerto de dos culturas para
producir el surgimiento del nuevo pueblo indio. Fue un recurso catequético para
decir que Jesús no es un patrimonio español, se pertenece a todos y
tiene un rostro identificado con todos. Existe un dato particular, en la Sierra
Andina, la cruz estaba referida al quishihuar, debido al hecho de que en dónde nacía
uno de ellos, se daba la formación del nuevo pueblo.
El quishihuar
o árbol sagrado toma, entonces, un nuevo sentido cuando se integra el verdadero
Árbol de la Vida, que es la cruz y el rostro del crucificado que pende de ella.
Impresiona sobre manera los párpados de sus ojos, en la distancia y con el
brillo de la luz dan la idea de estar abiertos, mirando fijamente, llenos de
vigor; al acercarse, están cerrados y demuestra ternura en la expresión de su
rostro.
Por otro lado,
los cuadros que se exhiben en el museo del Santuario son en su totalidad de Don
Luis Alberto Heredia, destacado pintor pomasqueño. Su estilo es considerado
como costumbrista, ya que siempre ha plasmado en el lienzo la vida cotidiana
del País, especialmente las tradiciones de Pomasqui.
Aquí se
transcribe la leyenda de algún cuadro que se encuentra en el museo.
“En el año de 1935 habiendo salido de
este lugar el 19 de marzo don Manuel Díaz con dirección a la ciudad de Quito en
compañía de mi padre (el papá de Don Luis Alberto Heredia, pintor) y Rafael
Puebla, cerca de terminar el punto llamado el punto llamado la bodoquera en la
jurisdicción de Cotocollao, me embarqué en el camión de la Hda, Velasco de
Pomasqui que venía tiempo y después de aver caminado 3 cuadras me bajé a
esperar a mi padre; viendo quedarme el sr. Luis Alomia volvió a llamarme para
que ocupe siquiera el estribo y al momento que corría a cogerme del carro
tropecé en un bordo y caí en tierra pasándome la rueda trasera por la pierna y
brazo en el que habia quedado ya muerto.”
El santuario cuenta con un lugar conocido como el
pasillo de los milagros pues en sus paredes fueron colocados cuadros pintados
por devotos de Pomasqui que dijeron haber recibido un milagro del Señor del
Árbol. Estas pinturas plasman los accidentes y enfermedades por las que pasaron
habitantes de Pomasqui que tras rezarle al Señor del Árbol fueron salvados de
morir.
María Clemencia Salazar, una de los priostes encargados de los
festejos, cuenta que la leyenda del Señor del Árbol tiene más de 400 años. En
el parque de Pomasqui los campesinos dejaban sus mulas atadas a un árbol. Al
regreso encontraban a sus animales postrados frente a él. Al ver la escena, los
pobladores pensaron que una presencia divina se posó en el árbol. “Hubo
milagros en el sector y, por eso, se talló la cara de Cristo en el árbol. El
resto de la imagen ya estaba formado. El árbol se llama Quishuar (de Dios)”. En este lugar se
construyó un santuario en honor a esta imagen de Jesús y fue el primero
construido en Latinoamérica.
Este árbol gracias a los cuidados de párrocos aún
se mantiene intacto y forma parte del altar del santuario. El santuario es pequeño por ello el padre José
Alfonso Carvajal, párroco del lugar, relata que hay domingos en los que es
imposible que los devotos del Señor del Árbol celebren la misa.
Sin embargo, el lugar guarda un sitio especial
donde las imágenes revelan, por sí solas, el poder de la fe arraigada en los
habitantes de Pomasqui.
Frente a una casa amarilla, en el barrio Santa Rosa de Pomasqui,
hay unas 300 personas reunidas alrededor de una imagen. Es el tronco de un
árbol, con dos ramas gruesas, que se asemejan a dos brazos extendidos hacia
arriba. Entre ellas resalta la cara de un Cristo. Es el Señor del Árbol,
patrono de Pomasqui, a quien se lo festeja, cada julio, con procesiones,
alabanzas y bailes.
El cielo está despejado, pero hace frío. Hay niños, hombres,
mujeres y personas de la tercera edad de los barrios La Herlinda, El Común,
Santa Rosa, La Dolorosa, La Marquesa, etc. También llegan devotos de Carapungo
y de El Quinche. Una banda de pueblo entona las canciones y unos danzantes se
lucen entre los fieles.
Rosita Garcés es vecina del barrio La Dolorosa. Todos los años participa
de las fiestas del patrono. Dice que es milagroso. “Él une a toda la comunidad.
Hay días en los cuales estamos más de 1 000 personas alabándolo”.
La imagen original ya no se utiliza para las procesiones desde el
año 2000. Permanece en la capilla de Santa Rosa y solo la sacan el sábado, el
día de la fiesta grande. La razón: la gente arrancaba partes del tronco para
llevar a su casa un pedazo del Cristo.
La gente empieza la caminata, por un camino de tierra, detrás de
la réplica del Señor del Árbol, quien es llevado en hombros por cuatro hombres.
La banda sigue tocando, los danzantes no paran de bailar. Unas niñas tiran al
aire pétalos de rosa que llevan en un canasto. Un danzante grita: “¡Que viva el
Señor del Árbol!”.
¡Que viva! responden los feligreses y fuegos artificiales
retumban en el cielo. Una, tres, diez cuadras por un camino de tierra hasta
llegar al barrio El Común.
Cuatro niños sostienen una pancarta con la frase: “Bienvenido
Santísimo Señor del Árbol”. Hombres y mujeres sostienen velas encendidas y más
danzantes, vestidos con coloridos trajes, esperan para acompañar a su patrono
hacia el estadio, en donde celebrarán una misa en su honor. Está oscuro y hace
frío. Hay polvo, pero parece no molestar a nadie. Hay alegría.
La procesión se detiene frente a una casa. Al Señor del Árbol lo
llevan al patio para que visite a su dueño. “Es parte de la tradición que la
imagen visite las casas de los priostes”, comenta María Amelia Yamba, lugareña.
Los priostes brindan gaseosas y unos bocaditos. Algunas personas se acercan a
la imagen, la tocan, cierran los ojos y se persignan.
Otros, con una sonrisa, disfrutan de la comida, de los danzantes,
de la música, de los fuegos artificiales, mientras los niños corretean entre
los mayores. Segundo Sigcha lleva una olla:. “Es
chaguar-mishqui”, una bebida preparada a base del jugo de penco.
Cristina Sigcha es de Pomasqui pero vive en Carapungo. “El Señor
es lo más importante que hay aquí en la parroquia. Para la fiesta nos
preparamos mucho”. La procesión llega al estadio. El domingo, con misa y más
festejos, terminarán los 21 días de peregrinación.
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