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sábado, 21 de marzo de 2020

- 21 de Marzo, Mushuk Nina

El Mushuk Nina celebrado con ceremonias y rituales en el mundo andino
El 21 de marzo se inició un nuevo ciclo, según el calendario andino. Así el inicio del año andino corresponde al 21 de marzo, al cual se le denomina Mushuk Nina que significa “Fuego Nuevo”, en donde el nacimiento de las cosechas da el inicio del calendario Andino que es dado por los equinoccios y solsticios como un nuevo ciclo de vida, la gran celebración de cosechar y compartir granos tiernos y frutas.
La fiesta es una de las cuatro principales en el calendario indígena. Mushuk Nina coincide con el Equinoccio de Primavera, en el que se produce la mayor cercanía del sol a la tierra, especialmente sobre la franja ecuatorial. En marzo, según la creencia indígena, se celebra el inicio del año andino ecuatorial, llamado en kichwa Mushuk Nina. “En este tiempo el Padre Sol se encuentra en una posición recta y directa. Es una ocasión especial donde el astro emana ‘la luz sin sombra’, la cual es posible recibir y canalizar en el cuerpo humano, produciendo una serie de efectos favorables para restablecer la armonía y despertar la conciencia de la gente”
El Mushuk Nina, un término kichwa que significa fuego nuevo, es un ritual que solo se realiza el 21 de marzo de cada año, cuando el sol está a la menor distancia de la tierra. Ese suceso astronómico marca el inicio de la nueva temporada.

El ritual consiste en atar simbólicamente al sol (Inti Watana). “El sol es un elemento importante para la cosmovisión andina, nos da energía y vida, este acontecimiento es tan significativo que marca el inicio de un nuevo tiempo”, explica José Parco, investigador indígena de Chimborazo.
En Chimborazo se realizaron simultáneamente varias ceremonias para agradecer por la vida y celebrar el nuevo ciclo. Los rituales se hicieron en Pucaratambo, San Luis, San Juan y otros cuatro sitios que se consideran sagrados, ya que según los yachaks tienen una energía especial y fueron espacios de adoración en el pasado.
La ceremonia del Mushuk Nina se celebra en varias fases. Empieza con un temascal, los participantes también reciben un baño de florecimiento y purificación, y concluye con una ofrenda a la tierra.
El sábado pasado Ana María Guacho, una yachak de Chimborazo, presidió una ceremonia de Mushuk Nina. La ceremonia se realizó en un sitio conocido como Sagrada Doña Loma, debido a su ubicación especial en medio de montañas y sobre un sitio arqueológico que en la antigüedad posiblemente fue un templo. Allí funciona la plaza ceremonial: “Esta es una ocasión muy especial. 

Un tiempo para compartir, para agradecer al dador de vida por lo que tenemos, por lo que nos da”, dijo la yachak, de 71 años. Ella encendió en el centro de un círculo trazado con piedras, una fogata que simboliza la energía del sol. En el círculo también había cuatro entradas situadas en dirección a los cuatro puntos cardinales, y cada una representaba también un elemento sagrado como agua, aire, tierra y fuego.
Los integrantes empezaron a prepararse para recibir el nuevo ciclo desde el jueves pasado. Ellos realizaron una ceremonia en el temascal, que se considera un renacimiento. “Es una ceremonia para purificar y volver a nacer”, explica Guacho.
El ritual se hace con piedras volcánicas encendidas al rojo vivo, en el interior de un domo hecho con lodo y paja. Los yachaks colocan las piedras encendidas y varias plantas medicinales y el efecto es similar al de un sauna. Según ellos, esto purifica el cuerpo y la mente, y prepara a las personas para recibir el nuevo ciclo con un equilibrio de energías. La ceremonia concluyó con una pamba mesa (comida comunitaria). “Todos los asistentes llevan algo para compartir y es el momento más ameno de la experiencia, todos podemos compartir los sentimientos e impresiones”, dijo Luis Terán, Yaya Carnaval de Chimborazo. En la mesa comunitaria que se tendió en el suelo había frutas y alimentos andinos como mellocos, maíz y capulí.
Una parte se reservó para la ofrenda a la tierra. “Escogemos la mejor parte de la comida y tomamos un poco de cada plato y la devolvemos a la tierra. Lo hacemos para agradecer por la cosecha y para tener más alimentos el nuevo ciclo”.
La ceremonia del Mushuk Nina ecuatorial mantiene su esencia ancestral: Música, danza y comida fueron parte de la ritualidad alrededor del Sol Recto, en el inicio del nuevo año andino, una tradición que aún se mantiene en algunos pueblos de ancestro indígena que se asientan sobre la línea ecuatorial.
Según el investigador Aurelio Trujillo, estas celebraciones tuvieron gran connotación entre los Quitu Cara, una de las cuatro culturas que sobresalió en el mundo andino, junto con la Aymara, Inca y Cañari. Los Quitu Cara desarrollaron su cultura desde lo que hoy es Pasto, en Colombia, hasta el nudo del Azuay, en el sur. Para ellos, el inicio del año era en marzo, con cierta similitud a lo que creían aztecas y mayas.
Dentro de su ritualidad estaba el cerro Catequilla, de 3.630 ms, cuya cima está atravesada por la línea Equinoccial y que, con el uso de modernos equipos GPS en la actualidad, se llega a determinar allí la latitud 0°0’0”
Pirámide sobre el cerro Catequilla, en San Antonio de Pichincha, donde el GPS muestra la latitud 0°0’0”.
Para José Luis Vallejos, del GAD de San Antonio, el cerro es muy visitado a partir de la tercera semana de marzo, debido a la concentración energética que provee el sol, "durante el día que no se acaba porque no hay sombra”.

Entre los visitantes al cerro están varios chamanes, quienes llegan de diversas partes del país y quienes son los encargados de encender el Mushuk Nina o Fuego Nuevo, con el uso de plantas andinas de aromas fuertes.

Tras encender el fuego, los chamanes piden a los asistentes que acerquen las palmas de sus manos al calor, cierren sus ojos y piensen sus deseos, para luego pedirle al Mushuk Nina que les otorgue la energía del fuego y del sol para lograrlo. Luego piden que con sus manos atraigan al humo, para que la energía se transmita a todo el cuerpo. Música interpretada con instrumentos andinos, como flautas, rondadores y tambores, son entonados mientras todos rodean al Fuego Nuevo.

Como líder de la ceremonia, el chamán abre sus piernas y pasa sobre el fuego, porque dice que todo el cuerpo debe recibir esta energía vital; tras él, todos lo siguen una y otra vez, al principio con temor al fuego y luego con mayor alegría.

Esta ritualidad finalizó con una gran pambamesa en la que hubo diversas opciones: maíz, fréjol, chochos, habas, queso, pollo horneado, chicha, etc., donde se comparte la comida con los presentes.
En Cochasquí, en el cantón Pedro Moncayo, en cambio, el Mushuk Nina se desarrolló el domingo en su parque arqueológico, con curas y limpias energéticas para iniciar el nuevo año con optimismo. “No hay que ver las raíces ancestrales como un folklorismo, sino como algo cultural que nos permitirá ver la cosmovisión de los pueblos de aquellos años”, explica Ramiro Pérez, vocal de la Junta Parroquial de San Antonio.

“Existe una leyenda que dice que Catequilla fue reservado para la cultura Cochasquí, quienes anualmente por el mes de marzo llegaban allí para la fiesta de iniciación, que consistía en llevar a las doncellas que por primera vez iban a menstruar”, explica Aurelio Trujillo, quien añade que los pucarás que existen en San Antonio de Pichincha forman una triangulación perfecta que debería estudiarse más a fondo.

“El valle de Lulumbamba tiene mucha historia por redescubrir. Si trazamos una línea recta entre los pucarás de Trigoloma, La Marca y Rumicucho se forma un triángulo rectángulo exacto”. Incluso, se debe plantear un estudio de por qué Rumicucho se encuentra alineado con el monasterio de San Juan en Quito, donde los relatos de Federico González Suárez mencionan que ese lugar fue usado por los pueblos nativos para adorar a la luna.
Otros estudios realizados por el investigador Cristóbal Cobo determinaron, además, que Catequilla y las pirámides preincaicas de Cochasquí se encuentran alineadas en un ángulo que coincide con la salida del sol durante el solsticio de junio.  

Para Álex Troya, presidente del GAD de San Antonio de Pichincha, la comunidad parroquial quiere cambiar su eje productivo hacia el turismo, para repotenciar el valor histórico que posee su territorio. “Se invirtieron USD 37 000 de recursos propios del GAD para adecuar 7 km de vía para acceder a la cima del Catequilla. La comunidad ayudó con material pétreo. A futuro se arborizará a los costados de la vía, indicó”.


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