El Santuario de "Mama Nati" en Tabacundo
Recostado en las faldas
del Mojanda, en la altiplanicie de Tabacundo, a 60 kilómetros al noroeste de
Quito, se levanta majestuoso el Santuario Diocesano de la Santísima Virgen de
Natividad, un relicario de fe en el norte de Pichincha.
Desde tiempos
inmemoriales la comunidad católica de Tabacundo ha crecido a la luz de la fe y
bajo el amparo de la Santísima Virgen, cariñosamente llamada MAMA NATI.
El
Santuario de Nuestra Señora de la Natividad, "Mama Nati" en
Tabacundo, Pedro Moncayo es uno de ellos. El Templo Diocesano de Tabacundo
emprendió su construcción en el año 1887, fue declarada Santuario Diocesano por
el arzobispo Antonio González, en 1987. En virtud de la celebración a la
patrona se ha realizado en algunas ocasiones una caminata de Quito a Tabacundo
para celebrar las vísperas con castillos y festivales artísticos nacionales.
La imagen de la Santísima Virgen de la Natividad
sobrepasa los 400 años, según los registros históricos, en el sitio en donde
hoy se levanta la colonial iglesia se levantó la primera capilla, como un
templete para la oración y la penitencia de los españoles que habitaron el
actual centro histórico de la ciudad.
La investigación periodística de José Nelson
Mármol, realizada en noviembre de 2001, determinó que la devoción a la
Santísima Virgen de Natividad, en Tabacundo, se remonta a principios o mediados
del siglo XVII (años 1600), se presume que en esta época la escultura de la
Virgen pudo haber llegado a esta población.
Se
han emitido varias versiones sobre el autor de la escultura, entre ellos el
imaginero español Diego de Robles, quien llega a Quito a finales del siglo XVI,
y a quien se le atribuye la autoría de las imágenes de la Virgen del Quinche y
el Cisne, no obstante también se cree que, “por la perfección de su rostro”,
podría ser una obra de Legarda.
Aunque la festividad de la
Natividad de María se celebra en el calendario eclesiástico el 8 de septiembre,
el traslado de la fiesta principal al 23 de noviembre tiene una explicación
comprensible: Tabacundo era el paso obligado de miles de romeriantes de las
provincias del norte, que acudían en peregrinación al Santuario del Quinche, y
que a su regreso también ofrecían su saludo y Acción de Gracias “…ante la
belleza escultórica de la Virgen de Natividad, y atraídos por las bondades de
la Madre de Dios en esta advocación”.
En el pasado las angostas y empedradas
calles de Tabacundo se transformaban en verdaderos ríos humanos con la
presencia de peregrinos de Imbabura y varias poblaciones del norte de
Pichincha, que acudían para ofrecer su homenaje de amor a la Madre del cielo.
La imagen de la Virgen:
El tamaño y los detalles
de la imagen se encuadran a las características de la imaginería colonial, y
según el Padre José Conde, Director del Departamento de Santuarios de la
Conferencia Episcopal Ecuatoriana, “las características del niño que la
Santísima Virgen de Natividad lleva en sus brazos son muy similares al que
lleva la Virgen del Cisne, lo que hace pensar que podría tener alguna relación
con Robles o alguno de sus discípulos, que debe haber tenido”.
El Padre Luciano
Iturralde, oriundo de Tabacundo y devoto fiel de Mama Nati, en un artículo
escrito en 1962 considera que, “por el parecido que guarda con la portentosa
del Quinche, se cree que haya sido hecha por Robles.
Me atrevería a decir que
si la del Quinche, la de San José de Minas y la del Cisne y otras más hubieran
sido hechas por Robles, ésta, la de Natividad debió ser de las mejores porque
es más perfecta y más hermosa. Y si no puede ser por la perfección de su
rostro, de Legarda…”.
Los brazos levantados a la
altura del pecho, en actitud de diálogo. El rostro ligeramente sonrosado, tenía
una expresión indescriptible de ternura: Boca pequeñita, nariz recta y
perfilada, ojos dulcemente clavados en el interlocutor pero tenuemente bajos.
Hermosísima, Mamitica, qué linda, fue la expresión que brotó a flor de labios”.
De lo que no hay duda es de que la imagen de la Santísima Virgen de Natividad
corresponde a la colonia, al menos al siglo XVII.10 Según la catalogación hecha
por expertos de la Sociedad Ecuatoriana de Patrimonio Religioso, SEPRE, de la
Conferencia Episcopal Ecuatoriana, la escultura correspondería a la denominada
“Escuela Quiteña”.
Pero
este histórico lugar no es solamente una iglesia, pues también cuenta con un
museo completo, en donde las 8 salas muestran esculturas y objetos de
importante valor histórico, así también se observa piezas religiosas costumbres
y manifestaciones populares del Cantón Pedro Moncayo.
Cada 23 de noviembre todos
los tabacundeños que llevan en su corazón a Mama Nati se congregan fervorosos
para saludarle y rendirle el homenaje más sentido que se pueda entregar:
Alabarla con viva fe y ofrecer una festividad llena de alegría en su nombre.
La festividad es organizada y coordinada por el párroco y el Comité de la Santísima Virgen11, mientras los priostes (grupos familiares o institucionales de la localidad) no escatiman gasto alguno para que no falten la música, voladores y castillos que son, como en el pasado, la atracción de miles de devotos del pueblo y romeriantes de otras circunscripciones, que luego de participar con devoción en la novena y la solemne misa de Vísperas se disponen a apreciar el sin par espectáculo de luces y pirotecnia.
La festividad es organizada y coordinada por el párroco y el Comité de la Santísima Virgen11, mientras los priostes (grupos familiares o institucionales de la localidad) no escatiman gasto alguno para que no falten la música, voladores y castillos que son, como en el pasado, la atracción de miles de devotos del pueblo y romeriantes de otras circunscripciones, que luego de participar con devoción en la novena y la solemne misa de Vísperas se disponen a apreciar el sin par espectáculo de luces y pirotecnia.
Una imagen del Museo de Tabacundo
Casi no hay tabacundeño
residente en su terruño o fuera de él que no se sienta cobijado bajo el manto
protector de la Madre del Cielo, en la advocación de la Natividad, y que evoque
su nombre para agradecer por los favores a ella atribuidos o pedir su
intercesión celestial.
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