La existencia de los Ángeles Custodios se remonta a los años antes de
Cristo. El Antiguo Testamento habla repetidas veces de su acción prodigiosa en
favor de los hombres: Un ángel avisa a Lot del peligro que corre Sodoma y el
castigo que va a recibir esta ciudad. Un ángel conforta a la criada de Abrahán,
Agar, cuando es despedida y camina por el desierto. Un ángel socorre al Profeta
San Elías y le alimenta con pan y agua fresca por dos veces cuando huye de la
persecución de la reina Jezabel.
Un ángel acompaña y colma de gracia al joven
Tobías y a su padre y demás familiares. Casi todo el libro de Tobías está en
torno al arcángel San Rafael.
En el Nuevo Testamento, también aparecen los ángeles de la guarda. Es un
ángel el que avisa a José para que huyera a Egipto, también un ángel libera a
Pedro en la cárcel o son los ángeles los que sirvieron a Jesús después de las
tentaciones en el desierto.
San Jerónimo (340-420) hacía referencia a ellos de la siguiente manera:
“Grande es la dignidad de las almas cuando cada una de ellas, desde el momento
de nacer, tiene un ángel destinado para su custodia”.
También San Gregorio Magno (540-604) dedicaba unas palabras a estos
ángeles de la guarda: “En casi todas las páginas de las Sagradas Escrituras
está contenida la existencia de los Ángeles”. Y San Bernardo (1090-1153) asegura
que los ángeles custodios “nos guardan en todos los caminos, no pueden ser
vencidos por ninguna fuerza hostil, no pueden extraviarse ni extraviarnos, son
fieles, prudentes, invencibles”.
Por lo tanto, la misión de los ángeles custodios es acompañar y cuidar a
los hombres por el camino de la vida, protegerles del mal y guiarles en el
camino al Cielo
El Papa
Francisco dedicó su homilía en la Misa a los Ángeles de la Guarda, o también
llamados Ángeles Custodios,
“Cada uno de nosotros tiene uno”
que “nos acompaña”
porque “el Señor se lo ha dado a todos”, explicó. Pero para escucharlo uno debe
ser dócil: “el cristiano debe ser dócil al Espíritu Santo. La docilidad del
Espíritu Santo comienza con esta docilidad a los consejos de este compañero de
camino”, añadió después.
El
ángel de la guarda “está siempre con nosotros”, aseguró Francisco. “Esta es una
realidad. Es como un embajador de Dios con nosotros. Y el Señor nos aconseja:
‘¡Ten respeto por su presencia!”.
“Y cuando
nosotros, por ejemplo, hagamos una maldad y pensemos que estamos solos: no, él
está”, manifestó y pidió de nuevo “tener
respeto por su presencia. Escuchar su voz, porque él nos aconseja”. “Cuando
sentimos la inspiración: ‘haz esto… esto es mejor… esto no se debe hacer…’
¡Escucha! ¡No te rebeles a
él!”.
El
Papa advirtió que a veces “pensamos que podemos esconder muchas cosas”, “cosas
feas”, que al final verán la luz”. Y el ángel está allí “para aconsejarnos”,
para “protegernos” como haría “un amigo”.
“Pidamos
hoy al Señor la gracia de esta docilidad, de escuchar la voz de este compañero,
de este embajador de Dios que está junto a nosotros en Su nombre, que nos
sostiene con su ayuda”.
“Siempre
en camino… y también en esta Misa, con la cual bendecimos al Señor, recordamos
lo bueno que es el Señor que justo después de haber perdido la amistad nosotros
con él no nos ha dejado solos, no nos ha abandonado”.
La misión de los
ángeles custodios
La misión de los
ángeles custodios es acompañar a cada hombre en el camino por la vida, cuidarlo
en la tierra de los peligros de alma y cuerpo, protegerlo del mal y guiarlo en
el difícil camino para llegar al Cielo. Se puede decir que es un compañero de
viaje que siempre está al lado de cada hombre, en las buenas y en las malas. No
se separa de él ni un solo momento. Está con él mientras trabaja, mientras
descansa, cuando se divierte, cuando reza, cuando le pide ayuda y cuando no se
la pide. No se aparta de él ni
siquiera cuando pierde la gracia de Dios por el pecado. Le prestará auxilio
para enfrentarse con mejor ánimo a las dificultades de la vida diaria y a las
tentaciones que se presentan en la vida.
Muchas veces se piensa en el ángel de la guarda
como algo infantil, pero no debía ser así, pues si pensamos que la persona
crece y que con este crecimiento se tendrá que enfrentar a una vida con mayores
dificultades y tentaciones, el ángel custodio resulta de gran ayuda.
Para que la relación de la persona con el ángel
custodio sea eficaz, necesita hablar con él, llamarle, tratarlo como el amigo
que es. Así podrá convertirse en un fiel y poderoso aliado nuestro. Debemos
confiar en nuestro ángel de la guarda y pedirle ayuda, pues además de que él
nos guía y nos protege, está cerquísima de Dios y le puede decir directamente
lo que queremos o necesitamos. Recordemos que los ángeles no pueden conocer
nuestros pensamientos y deseos íntimos si nosotros no se los hacemos saber de
alguna manera, ya que sólo Dios conoce exactamente lo que hay dentro de nuestro
corazón. Los ángeles sólo pueden conocer lo que queremos intuyéndolo por
nuestras obras, palabras, gestos, etc.
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