Es la Trapa de Santa María del Paraíso, Monasterio de monjes de la Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia, Monasterio Salcedo, situado en el Cantón Salcedo, Provincia de Cotopaxi, a 2.900 ms de altura en el Ecuador.
Historia del Monasterio: El 14 de Mayo de 1997 Mons. Raúl López Mayorga, obispo de Latacunga procedía a la erección como casa religiosa en la población de Salcedo, del Monasterio Cisterciense de Santa María del Paraíso que, habitado por monjes cistercienses venidos de la Abadía de San Isidro de Dueñas (Palencia) en España, constituye la primera presencia monástica masculina en la Iglesia del Ecuador: Mons. Frumen acudió a San Isidro de Dueñas en nombre de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana solicitando oficialmente a la Abadía de San Isidro la fundación de un monasterio de monjes del Císter en El Ecuador.
A partir de este momento, la Comunidad entró en un proceso más serio y urgente de dis
cernimiento. Además de la petición de Ecuador habían llegado otras peticiones de fundación procedentes incluso de varios continentes: la más insistente de éstas era del Cardenal de Lima, Augusto Vargas Alzamora.
Para iluminar el discernimiento la Comunidad decide enviar a dos hermanos a visitar Perú y Ecuador para que ellos conocieran “in situ” la realidad eclesial de ambos países así como las posibilidades reales de fundación. Tal viaje se realizó en Febrero-Marzo del año pasado 1997. Al regreso de los hermanos y tras los diálogos pertinentes el Capítulo Conventual procedió a la votación canónica que decidiría el país de fundación: el resultado mayoritario fue Ecuador.
Sin duda
que la petición unánime y oficial de toda la Conferencia Episcopal Ecuatoriana
fué un factor determinante en estos resultados, ya que suponía una
diferencia de tipo cualitatitivo, no
sólo cuantitativa,
respecto de todas las demás peticiones llegadas a San Isidro: era toda la
Iglesia Ecuatoriana, representada por sus Pastores, la que deseaba y pedía la
fundación.
Mas una vez decidido el
país faltaba buscar el lugar concreto donde asentar el Monasterio. Fué Mons.
Mario Ruíz, Arzobispo de Portoviejo y Presidente de la Conferencia, el que
buscando lugar apropiado acudió al ilustre matrimonio Ing. Julio Mancheno Lasso
y María Sofía Gangotena Jijón. Ellos, movidos por una generosidad digna de todo
encomio, a la propuesta de venta de un terreno respondieron con su donación. A
los dos meses de la llegada de los monjes moría el Ing. Julio Mancheno y el
pasado 24 de Enero moría su esposa. Ellos con su gesto han entrado ya en la historia
de la Iglesia de Ecuador al convertirse en los fundadores laicos del primer
monasterio de varones de este país. Dios, sin duda, habrá premiado ya con el
verdadero Paraíso a quienes tan significativamente contribuyeron con sus bienes
a la fundación de esta Casa que, en su misma advocación, intenta recordar al
hombre el feliz destino para el que Dios le creó y la dicha eterna que le tiene
preparada.
Los monjes hemos optado
por la vida cisterciense porque un día notamos que el carisma nos aportaba una novedad
vital: al amparo de la Comunidad monástica advertimos cómo el Señor recreaba
nuestro interior, nos sanaba, hacía de nosotros “algo nuevo”, no de cualquier
manera, sino algo nuevo” según Dios”; porque sólo de ahí brota la paz y la
plenitud que podamos transparentar y que tanto enamora al espíritu del hombre
actual.
Esto es vivido en un
Monasterio muy concreto: en Ecuador, en los Andes, a 2.900 metros de altura, en
la mitad del mundo, en una Fundación con fisonomía propia y única en la OCSO:
somos el Monasterio situado en un ambiente muy andino, a más altura sobre el
nivel del mar, en un contexto eminentemente indígena, con todas las resonancias
que esto tiene aquí y ahora en la realidad ecuatoriana. No sólo
geográficamente, sino también y sobre todo, a nivel de la Orden, estamos en el
Corazón de América Latina.
Cada Monasterio es un don
que Dios quiere hacer a la Iglesia; el nuestro lo es ante todo a nuestra gente
en nuestra querida América Latina allí en donde es más necesitada (y cada vez
lo va a ser más) que es al nivel del corazón y del espíritu: ¿no será ésta su
verdadera hambre que una vez calmadas equilibran desde el amor cristiano
también los otros aspectos humanos y sociales? El carisma cisterciense puede
aportar mucho en este campo hoy (como en otros tiempos y lugares desde hace
nueve siglos) en esta Latinoamérica sufrida y esperanzada, maltratada por los
hombres y bendecida por Dios.
Son nueve siglos ininterrumpidos de un carisma muy especial en la Iglesia y no exento de dificultades, pero que es posible porque se ha vivido. Herederos de un árduo pero bello ideal de servicio a Dios y a los hombres allí donde somos más radicalmente indefensos, que es al nivel de la fe y del corazón, valoramos con respeto y veneración el valioso patrimonio espiritual y cultural que la oración y el trabajo de miles de monjes y monjas antecesores nuestros crearon, y que se encuentra reflejado de forma particular en sus escritos espirituales y liturgia, en su arquitectura y arte, en la vida equilibrada y laboriosa de sus comunidades.
Santa María del Paraíso es el segundo monasterio cisterciense que
se funda en El Ecuador y el primero con el que entra la vida
monástica masculina en esta Iglesia. En este año es bueno recordar que Santa
María del Paraíso es fruto también de esta historia nueve veces centenaria.
Cada una de las fechas de su árbol
genealógico lo enraízan más y más con una tradición que nace y
fructifica como un sendero válido de respuesta a Dios y de plenitud humana.
Esta mirada al pasado nos hace más dichoso el presente y nos lanza con renovado
empeño al futuro, deseosos de poder seguir siendo presencia constante ante el
Señor de la Historia, y testimonio ante el mundo de que es siempre posible para el hombre un diálogo
con el Dios inefable.
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