Año Viejo es
un monigote que representa básicamente el año que termina, elaborado con ropa
vieja, cartón o papel, relleno de viruta, paja o aserrín y con frecuencia con
artefactos pirotécnicos, para ser quemado a la medianoche del 31 de
diciembre, víspera del año nuevo. Esta práctica
se realiza principalmente en Ecuador.
La incineración del muñeco a la medianoche del 31 de diciembre es un ritual de purificación para
alejar la mala suerte o las energías negativas del periodo que termina, así
como de transición pues también se celebra la llegada del nuevo año aboliendo lo
anterior. Como ritual de fuego representando la supresión de lo pasado para
permitir una regeneración del tiempo y de las energías, la quema de un muñeco
es común en muchas culturas y aun con transposición de fechas y de épocas tiene
similares significados.
La costumbre está popularizada en todo el país, en la zona
interandina los monigotes son construidos con ropa vieja y rellenos de papel
periódico o aserrín y luego son colocados una careta o máscara (en ocasiones
bastante trabajada, hechas con papel maché) con la cara
del personaje a quemar ese año. En la región de la costa los monigotes son más
elaborados, construidos de cartón, papel periódico y goma y pintados con las
características del personaje que representan y que pueden ser políticos,
deportistas, artistas, cantantes, personajes de televisión, superhéroes, etc.
La noche del 31 los así llamados viejos son expuestos en las puertas de las
casas con los famosos testamentos los cuales con las "cosas que deja el
año viejo al que viene" estos son realizados en forma de sátira, en muchas zonas tanto
urbanas como rurales hombres se travisten de viudas y en las calles piden
caridad por el viejo que se muere. Los muñecos son quemados a la 12 de la noche
en las calles de las ciudades, frecuentemente con bastante estruendo (pues es
común que se rellene con petardos) y luego todo esto es seguido por una cena y
festejos en que toda la familia, desde los más pequeños, participan.
El
nacimiento de la tradición data a finales del Siglo
XVIII y principios del Siglo XIX y
aunque la quema de año viejo empezó a tener su auge desde sus inicios, su
primer registro fue a partir de 1895 durante
el primer período de gobierno de Eloy
Alfaro cuando la costumbre toma más fuerza y empieza arraigarse
en todo el país.
En
aquella época, la población de Guayaquil se vio amenazada por un brote de
fiebre amarilla y como medida sanitaria confeccionaron atados de paja y ramas
con los vestidos de los familiares muertos, para quemarlos en la calle el
último día del año y ahuyentar así la peste y la desesperanza. Es la
representación de lo viejo y el inicio de lo nuevo, de dejar el pasado y de
proyectar el futuro. Esto a través de muñecos, los años viejos o
monigotes hechos con aserrín.
Cada año se lo llora, las viudas y herederos
acompañan al viejo hasta el último minuto, cuando fallece, su notario da lectura
al testamento para repartir toda la herencia acumulada durante el año, mediante
el cual deja bienes, cualidades, defectos y penas, dando así a conocer lo
ocurrido en el testamento, que no es otra cosa que una evaluación crítica de lo
vivido con mucho humor.
En
diferentes ciudades del Ecuador se
realizan concursos de años viejos, muchos de los cuales son tradicionales desde
hace más de 40 años con leyendas o testamentos de los hechos más destacados
tanto nacional como internacionalmente.
En Quito, la
gente se aglomera en la avenida Amazonas para presenciar el concurso de los
viejos. En Sangolquí, hay
diferentes presentaciones y concurso de viejos a lo largo de la calle
principal.
Los
temas, generalmente políticos, de corrupción, deportivos o sociales, farándula,
se explican con leyendas. En Guayaquil las
personas recorren los barrios para dar el último paseo al año viejo que recorra
su ciudad.
El año viejo se debe distinguir de las efigies que
se incineran en protestas políticas, aunque también suelen representar
personajes concretos o símbolos de organizaciones y países objetos del rechazo,
porque se realizan en cualquier época del año y sin los elementos rituales del
31 de diciembre.
El
ambiente de fin de año se empezó a sentir desde la mañana de este lunes 30 de
diciembre del 2019, pues en los puntos más comerciales del sur de Quito,
vendedores y clientes ya interactuaban. En la avenida Morán Valverde, en el
sector del Quicentro del Sur, al menos unos tres puestos de monigotes y
accesorios para las fiestas se levantaron. Las figuras pequeñas, que se suelen
amarrar a los autos, se vendían en el parterre. Mientras tanto, en la vereda
que va de sentido occidente-oriente, muñecos de papel, traídos desde Guayaquil,
llamaban la atención de los conductores y transeúntes. El comerciante Carlos
Moreta se colocó en ese punto el 26 de diciembre. Desde esa fecha, vendió unos
20 monigotes, y esperaba agotar al menos la mitad de la mercadería durante este
lunes.
El rango de precios en este punto fluctúa entre USD 5 y USD 120, por los monigotes de 1,70 metros de altura. Los de 2,50m se ofertan entre USD 150 y USD 200. Además, son parte de la oferta pelucas, antifaces, caretas y otros implementos para quienes se vistan de viudas. Las uvas, que se consumen a media noche como cábala para la suerte, también estaban a la venta desde horas de la mañana.
En otro punto, frente a la Tribuna del Sur, unos 30 comerciantes ofrecían todo tipo de monigotes y accesorios de caracterización. Una réplica de Hulkboster, personaje del filme ‘Avengers’, es uno de los que más atrajo a los transeúntes y compradores. La figura fue elaborada con cartón, por el artista plástico Jonny Simbaña. El creativo espera venderlo en USD 300.
Cristóbal Jurado, habitante del barrio Quito Sur, llegó a este sector en búsqueda de Batman y Batichica. Al primero lo encontró de inmediato, y por un modelo de 60 centímetros pagó USD 8. La vendedora Sonia Almachi dijo que el colectivo de comerciantes se encuentra en ese sector desde el 15 de noviembre. En esa fecha, empezaron a vender artículos y decoraciones navideñas. Después incorporaron los dulces para las fundas de caramelo y ahora se encuentran enfocados en la oferta de productos para las fiestas y tradiciones de fin de año.
“En este momento está en auge los Avengers, Lenín Moreno y el payaso It”, aseguró. La mañana del lunes, Almachi arrancó sus ventas con unos 1 000 monigotes, que fueron elaborados con papel cortado durante todo el año por ella y sus familiares. Darwin Cachimuel se llevó a casa una réplica de Gokú, de aproximadamente dos metros, por USD 20. “Está conveniente en comparación con otros años”, contó. Su esposa y sus dos hijos lo acompañaban. Juntos recorrieron los puestos comerciales, hasta que encontraron el monigote que más les gustó a los niños. “Queremos que ellos sigan cumpliendo con las tradiciones”, afirmó.
El rango de precios en este punto fluctúa entre USD 5 y USD 120, por los monigotes de 1,70 metros de altura. Los de 2,50m se ofertan entre USD 150 y USD 200. Además, son parte de la oferta pelucas, antifaces, caretas y otros implementos para quienes se vistan de viudas. Las uvas, que se consumen a media noche como cábala para la suerte, también estaban a la venta desde horas de la mañana.
En otro punto, frente a la Tribuna del Sur, unos 30 comerciantes ofrecían todo tipo de monigotes y accesorios de caracterización. Una réplica de Hulkboster, personaje del filme ‘Avengers’, es uno de los que más atrajo a los transeúntes y compradores. La figura fue elaborada con cartón, por el artista plástico Jonny Simbaña. El creativo espera venderlo en USD 300.
Cristóbal Jurado, habitante del barrio Quito Sur, llegó a este sector en búsqueda de Batman y Batichica. Al primero lo encontró de inmediato, y por un modelo de 60 centímetros pagó USD 8. La vendedora Sonia Almachi dijo que el colectivo de comerciantes se encuentra en ese sector desde el 15 de noviembre. En esa fecha, empezaron a vender artículos y decoraciones navideñas. Después incorporaron los dulces para las fundas de caramelo y ahora se encuentran enfocados en la oferta de productos para las fiestas y tradiciones de fin de año.
“En este momento está en auge los Avengers, Lenín Moreno y el payaso It”, aseguró. La mañana del lunes, Almachi arrancó sus ventas con unos 1 000 monigotes, que fueron elaborados con papel cortado durante todo el año por ella y sus familiares. Darwin Cachimuel se llevó a casa una réplica de Gokú, de aproximadamente dos metros, por USD 20. “Está conveniente en comparación con otros años”, contó. Su esposa y sus dos hijos lo acompañaban. Juntos recorrieron los puestos comerciales, hasta que encontraron el monigote que más les gustó a los niños. “Queremos que ellos sigan cumpliendo con las tradiciones”, afirmó.
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