Oswaldo Guayasamín (Quito 1919 -
1999) fue un destacado
pintor, dibujante, escultor, grafista y muralista ecuatoriano. La obra de
Guayasamín es famosa en todo el mundo.
Biografia:
A los siete años
Oswaldo Guayasamin manifestó su vocación artística y comenzó a pintar sus
primeras obras. Su vida fue complicada. Fue expulsado de seis colegios por
falta de talento. Guayasamín observaba el rostro de sus maestros que lo sacaban
de clase por caricaturizarlos, uno de ellos le dijo: “hazte zapatero... porque
no sirves para nada».
Su actitud
artística despierta a temprana edad. Antes de los ocho años, hace caricaturas de los maestros y compañeros de la escuela. Todas las semanas
renueva los anuncios de la tienda abierta por su madre. También vende algunos
cuadros hechos sobre trozos de lienzo y cartón, con paisajes y retratos de
estrellas de cine, en la Plaza de la Independencia.
A pesar de
la oposición de su padre, ingresa a la Escuela de Bellas Artes de Quito. Es la
época de la "guerra de los cuatro días", un levantamiento cívico
militar contra Neptalí Bonifaz. Durante una manifestación, muere su gran amigo
Manjarrés. Este acontecimiento, que más tarde inspirará su obra "Los niños muertos", marca su visión de la gente y de la sociedad. Continúa sus
estudios en la Escuela y en 1941 obtiene el diploma de pintor y escultor, tras
haber seguido también estudios de arquitectura.
-Su primer encuentro
con la crueldad de la vida, el azote de la violencia y la injusticia de los
asesinatos, que le llenó rebeldía el corazón, se titula Los Niños Muertos,
recoge la brutal escena de un grupo de cadáveres amontonados en una calle de
Quito, entre los que hay un chico de su barrio, su mejor amigo, de apellido Manjarrés.
-Asume una posición,
frente a las crueldades e injusticias de una sociedad que discrimina a los
pobres, a los indios, a los negros, a los débiles. Su nombre y ascendencia
indígena, la pobreza de su infancia, el asesinato de su amigo, la crisis
agobiante de los años 30, la Revolución Mexicana, la Guerra Civil española, y
todo lo que va sucediendo en el mundo le hacen ver y sentir una realidad que se
agudiza con el paso del tiempo y frente a la cuál asume una actitud ideológica
que se manifiesta en sus obras.
-Guayasamin se formó en el periodo de mayor auge de la Escuela Indigenista, influencia evidente desde sus obras iniciales, las cuales fueron marcadas también por sucesos de índole política, como la muerte de su gran amigo Manjarrés en una manifestación pública, motivo que inspiró la obra llamada “los niños muertos”.
-Luego de que sus primeras exposiciones causaran polémica y un enfrentamiento con la exposición oficial de la Escuela de Bellas Artes; viaja a México, donde trabajaría un tiempo con el muralista Orozco, quien influenció en el lenguaje estético del pintor.
-En 1940 se graduó de
pintor y escultor en la Escuela de Bellas Artes, dos años más tarde ganó sus
dos primeros premios, en el Salón Mariano Aguilera.
-En 1943 emprende un
viaje por varios países de Latinoamérica, pasando por Chile -donde entabla
amistad con Pablo Neruda-, Argentina, Uruguay, Bolivia y Perú. Su travesía
sirvió de inspiración para su gran serie “HUACAYÑÁN”, el “Camino
del llanto”, compuesta de cien telas en torno a la temática del indígena,
el negro y el mestizo.
-En 1956, su cuadro El Ataúd Blanco ganó el Gran Premio de Pintura de la III Bienal Hispano-Americana de Arte. Fueron llegando otros premios y reconocimientos a lo largo de su vida. A su primera exposición asistió Nelson Rockefeller, en ese entonces encargado de Asuntos Interamericanos de los Estados Unidos. Quedó impresionado con el trabajo de Guayasamín, le compró cinco cuadros y poco después gestionó una invitación para que el pintor visitara y exponga en Estados Unidos durante siete meses.
Tiempo que Guayasamín aprovechó para visitar todos los museos
posibles y conocer el trabajo de artistas como El Greco, Goya, Velásquez,
Picasso, Renault, Orozco, entre otros. Viajó a China, India, URSS, Egipto,
Grecia, y toda Europa, pero especialmente a Cuba, donde nació una gran amistad
con Fidel Castro, al que pintó varios retratos.
-Nunca se afilió a un
partido político, siempre militó en las causas de solidaridad con los pueblos
oprimidos, en la lucha por la integración latinoamericana, contra las
dictaduras, contra los abusos y agresiones de los países poderosos e
imperialistas; por la Paz.
-En 1961 comenzó su
segunda serie, La Edad de la Ira, con la cual quería mostrar
los lugares y hechos que se convirtieron en mataderos de la humanidad durante
el siglo XX, como fueron los campos de concentración nazis, la guerra civil
española, las dictaduras en América Latina, las bombas de Hiroshima y Nagasaki,
las invasión a Playa Girón en Cuba, entre otros. Esta serie, decía, - quedará
inevitablemente inconclusa, puesto que es parte de un proceso histórico todavía
en marcha.
Sus cenizas descansan bajo el
denominado Árbol de la Vida, un árbol de pino plantado por el mismo Guayasamín
en la casa en que vivió sus últimos 20 años.
Su arte: significado:
-Oswaldo Guayasamin durante su carrera abordó temas sensibles para la humanidad como son la crueldad, la injusticia, el dolor y la ternura, a través de una pintura que impacta a quien lo mira por el carácter humanista que refleja. En su pinturas, Guayasamín, plasma la defensa por los más desfavorecidos, representa el dolor humano y la desigualdad social pero también muestra señales de esperanza, al mostrar la victoria de los pueblos oprimidos.
Utilizó el
realismo social como la figura pictórica, que lo colocaría como un referente de
la pintura ecuatoriana así como también un referente de gran envergadura a
nivel internacional: “Cuando pinto una
mano una boca, unos dientes o unos ojos, estas no son solamente una forma
plástica… es pintura para herir, arañar y golpear el corazón”
-Sus pinceladas destilan memoria; no olvida un centímetro de la historia de la humanidad: Guayasamín nos pintó amando, llorando, mendigando, robando, desnudos, rezando, mutilados, matándonos, luchando, esperanzados… A través de la pintura, la escultura, el muralismo, el dibujo y el graffiti, dejó plasmada su alma en cientos de superficies.
Se identificaría, en cada pincelada, con la protesta y la denuncia social, para retratarse con rabia; para llamar, desde sus trazos, a una sociedad más justa y a una vida mejor para los desposeídos. En sus obras, vivifica su posición con respecto a los humanos y a la sociedad, los cuales están plagados de injusticias, desigualdad, humillación, pobreza y olvido por el respeto a las raíces indígenas, el desapego al pasado ancestral del que el mestizo ecuatoriano se alejó.
Asimismo, muestra tanto el sufrimiento y las contradicciones humanos, como la voluntad de búsqueda de la luz, la salida, la liberación: “Si no tenemos la fuerza de estrechar nuestras manos con las manos de todos, si no tenemos la ternura de tomar en nuestros brazos los niños del mundo, si no tenemos la voluntad de limpiar la tierra de todos los ejércitos; este pequeño planeta será un cuerpo seco y negro, en el espacio negro.”.
Su arte nos invita a repensarnos, a preguntarnos hacia dónde vamos, cuáles son nuestras raíces, de qué estamos hechos. Su arte es historia, es política, condensa las pasiones humanas: el odio, la guerra, el amor, la resistencia, las ansias de liberación.
Y tal vez sus tres series principales sean análogas a lo
que transitamos como hombres y mujeres, en el largo camino de la vida: el
llanto, la ira, y la ternura.
-La ternura de la madre por su niño, es un tema
mayor en las pinturas de Guayasamín,
tema también presente, en la serie: « La Edad de la Ternura » que realiza como homenaje del
pintor a su madre, pero
también, a todas las madres que son
para él, el símbolo mismo de la “defensa por la vida”.
La Capilla del Hombre en Quito
A partir de 1996 inició en Quito su obra más importante, el espacio arquitectónico denominado La Capilla del Hombre como un homenaje al ser humano, especialmente al pueblo latinoamericano con su sufrimiento, luchas y logros, pasando por el mundo precolombino, la conquista, la colonia y el mestizaje.
Un museo de arte, construido en su ciudad natal, en
homenaje al ser humano, a los hombres y mujeres de América Latina.
Guayasamin falleció el 10 de marzo
de 1999, sin ver finalizada su obra máxima, La Capilla del Hombre que se
inauguró en el 2002.
Este proyecto fue declarado por la
UNESCO como prioritario para la Cultura y fue ejecutada con aportes de
entidades de Ecuador, Chile, Bolivia, Venezuela y con la solidaridad de
artistas, cantantes y pintores, de Hispanoamérica con la donación de obras y la
realización de festivales musicales.
En el entorno de La Capilla del
Hombre se conjugan, su arquitectura, los
cuadros, murales, esculturas, sus espacios abiertos y el mensaje de compromiso
con los Derechos Humanos, la Paz y la Solidaridad. Declarada por la UNESCO
Patrimonio Cultural del Estado Ecuatoriano por Congreso Nacional.
La Capilla del Hombre se aleja de lo religioso. “Es un centro de recogimiento, un sitio donde se pueda meditar sobre la trayectoria de la humanidad en este continente, desde hace milenios, hasta nuestros días.” (Guayasamin). La primera fase del proyecto se inauguró el 29 noviembre 2002, y se realizó con aportes del propio Guayasamín, y de entidades de Ecuador, Chile, Bolivia, Venezuela y de la solidaridad de artistas-cantantes y pintores- de Hispanoamérica con la donación de obras y la realización de festivales musicales.
Tiene un área aproximada de 4000 metros cuadrados de construcción. Está dividida en 2 plantas:
-la Primera Planta o PB corresponde a la Sala Contemporánea, tiene un piso
hecho en Chanul, madera utilizada en América desde el siglo XIX, y el
-Subsuelo corresponde a la Sala
Prehispánica, tiene un piso hecho en piedra Laja (roca negra volcánica
utilizada en los Templos de Sol). El piso de los pasillos o cámaras laterales
de la Sala Prehispánica tiene Tejuelo o Gres de arcilla cocida, que era el
material utilizado en templos y Capillas Católicas.
Con una arquitectura claramente
andina, que evoca los precedentes arquitectónicos producidos por nuestros
pueblos originarios, hace más de tres mil años, la Capilla del Hombre se ha
convertido en uno de los edificios culturales de mayor significación
identitaria de nuestro continente, tanto por su arquitectura como por la obra
de arte que en ella se exhibe.
Es como una gran piedra, de gran
simbolismo, colocada en el paisaje andino. Evoca la presencia sin tiempo de
nuestras culturas, la resistencia cultural a la enajenación y, la permanencia y
persistencia de nuestra cosmovisión y valores fundamentales, como pueblos, como
etnias, como culturas.
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