LISTADO DE TODOS LOS TEMAS

viernes, 30 de julio de 2021

- El Comité del Pueblo, barrio de Quito

                      

Comité del Pueblo es un barrio urbano de la ciudad de Quito, parte de los 65 que conforman el área metropolitana de la capital de Ecuador. Está ubicado al norte de Quito, y sus límites son las parroquias de Carcelén al norte, El Inca al sur, Ponceano y Kennedy al oeste, y Calderón y Llano Chico al este.


En 2017 se indicaba una población de 160.000 habitantes en el Comité del Pueblo.

                                       Ubicación de El Comité del Pueblo dentro de la ciudad de Quito.

El padre Collin, del Comité del Pueblo, vino de Escocia:

El padre Collin Mac Innes en el Comité del Pueblo de Quito se encontró con “un pueblo luchador, que no acepta injusticias y que es capaz de organizarse”. Allí trabajó durante 20 años. En el 2005 se marchó, pero la huella del sacerdote está vivita entre los moradores, más aún, en los antiguos. Y se ganó el corazón de la gente, en especial, de los vecinos del Comité del Pueblo.  Con él lograron el agua potable, la iglesia, la atención médica para ancianos y otras tantas labores.

Ayer, Colin, aquel padre que nunca paraba de trabajar, regresó al barrio del norte de Quito para despedirse. Allí le prepararon un homenaje como gratitud a su labor.  En su vida, el religioso ha compartido siempre un lema: sonría, que la sonrisa es el espejo del alma. Y así mismo, con alegría llegó a su barrio de siempre. El Padre recorrió una de las obras de las que fue parte, el Hospital San José Obrero. Esta casa de salud está a cargo de las madres de la Providencia y la Inmaculada Concepción, quienes lo recibieron con un brindis y hasta baile.

El padre Colin solo tiene palabras de agradecimiento para su comunidad. “Siento que el Comité del Pueblo me dio mucho más de lo que yo les di a ellos. Estoy muy agradecido. Quiero valorar y recordar que la gente del Comité del Pueblo es muy luchadora, no vinieron aquí para tener comodidades, sino para luchar por sus hijos, a pesar de las circunstancias políticas y económicas que existían, siempre con un espíritu de ayuda, eso me impresionó mucho. Son también unas personas de fe, Dios siempre estuvo muy cerca de sus vidas”, añade el religioso.

La Iglesia de San José Obrero en el Comité

Los feligreses de la Parroquia de San José Obrero de El Comité del Pueblo de Quito, trabajando en la minga parroquial para mejorar los salones y espacios comunes.


                      Imágenes del interior del Templo Parroquia de San José Obrero


 En la pandemia del coronavirus, la Fiesta del Corpus se celebró de una nueva forma, pasando el Santísimo por las calles del Comité:



Las celebraciones religiosas durante el tiempo de la pandemia.

Historia del Comité del Pueblo

El origen del Comité del Pueblo, populoso sector del norte de la ciudad, se ubica en la reivindicación de la lucha popular que floreció en Quito en los años 60, 70 y 80.

En aquellos años, las clases populares capitalinas, entre las que se encontraba una gran cantidad de migrantes, fueron guiadas por Carlos Rodríguez Paredes, militante del Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador (PCMLE) a movilizarse por el derecho a la tierra, vivienda popular y servicios básicos. Carlos Rodríguez Paredes, considerado por el velasquismo como un agitador social, y cientos de trabajadores, vendedores ambulantes y partidarios de la izquierda tradicional se reunían todos los sábados para organizar un frente de lucha popular a fin de obligar al Gobierno a plantear políticas de vivienda para los sectores pobres de Quito.  

Paredes promovía soluciones habitacionales de manera legal; es decir, no planteaba invasiones, que en otros sectores de la capital ya habían sucedido.

Para aquella época, la tenencia de la tierra se encontraba en las manos de los quiteños ricos. Para entonces, la izquierda estaba representada por los trabajadores y estudiantes —sobre todo de la Universidad Central del Ecuador (UCE) —; de hecho, Rodríguez Paredes era estudiante de la Facultad de Derecho y compañero de Milton Reyes, quien apareció muerto en el quinto gobierno velasquista. Este antecedente acompañó el surgimiento del Comité del Pueblo, que en primera instancia fue una organización política.

“El Comité del Pueblo fue un fenómeno político interesante para la época. Carlos Rodríguez organiza de una manera importante a la gente que tenía anhelo de tener una casa propia. El Comité era muy bien estructurado. Quien faltaba a las reuniones era excluido. La lucha de los dirigentes y de la organización popular fue un gran ejemplo para otras organizaciones sociales. Mientras que a sectores privilegiados, este tipo de organizaciones les daba miedo”, (Alfonso Ortiz Crespo, Cronista de Quito).

En el libro Los Movimientos Sociales en los 80 y 90, la incidencia de las ONG, la Iglesia y la izquierda, de Raúl Borja Núñez, se menciona que “antes del Comité del Pueblo hubo en Quito algunas experiencias de obreros organizados para tomarse tierras y construir sus viviendas. Los obreros de La Internacional formaron de ese modo el barrio homónimo, en el sur de Quito”.

De igual manera, el texto señala que el movimiento Comité del Pueblo dividió a la ciudad en 10 sectores. Las convocatorias barriales se realizaban en el estadio de la Universidad Central y desde ese lugar la gente se movilizaba hasta las inmediaciones del Municipio.

“El Comité del Pueblo le hacía notar al resto de la sociedad quiteña que ante la necesidad insatisfecha de vivienda popular estaba bullendo un movimiento poblacional no conocido en Quito (...). Las proclamas del PCMLE en el Comité del Pueblo eran radicales; su intención era presentar a la sociedad dividida en 2 bandos: ricos y pobres, malos y buenos, en un típico discurso maniqueo, pero de gran efecto aglutinador”.

El Comité del Pueblo tenía en la mira a las haciendas La Granja y Rumipamba (al norte) y Solanda (al sur) de María Augusta Urrutia de Escudero, acaudalada quiteña. Urrutia había donado a la iglesia varias de sus tierras.

Para 1973, el Gobierno de Guillermo Rodríguez Lara, quien en un inicio mantuvo un discurso de izquierda, intentó vender a 10 sucres el metro cuadrado los lotes expropiados de la hacienda Mena del Hierro, al sur de la ciudad, a través del Banco Ecuatoriano de la Vivienda (BEV).

Las movilizaciones no tardaron en aparecer y las calles de Quito se llenaron de manifestantes. Aquel mismo año, los integrantes del Comité (5 mil, entonces) compraron las haciendas La Eloísa y Carretas situadas en el sector.  



“Las mujeres eran quienes más participaban en las convocatorias que hacían los estudiantes de la Central. En mi caso personal, mi familia caminó de la mano con las propuestas de Rodríguez Paredes. Nadie se tomó estas tierras, nosotros las compramos cuando se lotizó la hacienda La Eloísa. Este sector se levantó con el sudor de nuestras frentes y con el trabajo de nuestras manos. Nosotros traíamos piedras de la quebrada de La Bota, para rellenar la calle principal (Jorge Garcés). Ya en el 85, si mal no recuerdo, los estudiantes de la Facultad de Arquitectura de la UCE lotizaron de mejor manera al Comité”, comentó Pedro Vaca, quien vive en el lugar desde los 80.

El proceso de vivienda se estabiliza a partir de 1983 y para 1990, 15 mil personas vivían en el Comité. Actualmente hay 46 mil vecinos distribuidos en 224 manzanas.



Una de las características de este sector es que aglutina varios segmentos sociales y etnias. El Comité del Pueblo atrajo a la población migrante del norte del país. A partir de los 90, el Comité se pobló por familias afroecuatorianas (5,8%), mestizas (86%) e indígenas (2%). Allí se desarrolló un alto nivel comercial. Actualmente, el 16% de la población es dueña de su negocio y el 56% trabaja en los locales comerciales de la zona.

La Calle Jorge Garcés es el corazón del barrio. En sus 12 kilómetros se puede encontrar hasta altas horas de la noche a gente caminando entre puestos de comida ambulante, tiendas de ropa, alimentos y bares, que abren sus puertas muy temprano. Así es la cotidianidad de este sector de la ciudad, donde la hora no importa para comprar, comer o simplemente caminar. 

Homenaje al P.Colin Mclnnes en el Comité del Pueblo:

Se rendirá homenaje al padre Colin McInnes, quien ayudó al construcción y dignificación del sector. (septiembre 2017).

El padre Collin no solo trabajó con la comunidad para dotar de agua potable al Comité del Pueblo, que actualmente cuenta con 160.000 habitantes, sino que su obra trascendió mucho más: Junto a la Iglesia San José Obrero funciona el hospital público y centros de emprendimientos,. Además de eso también imprimió un diario popular, inauguró una cooperativa de ahorro, realizó cursos para jóvenes y ancianos, y construyó cuatro conjuntos  de viviendas para personas sin recursos

Son ya más de  12 años de la partida del padre escocés Colin McInnes del Comité del Pueblo, pero con tan solo escuchar su nombre los rostros de las personas que lo conocieron se iluminan de nuevo.
“Toda esta parroquia no existiría si no fuera por él. Nuestro agradecimiento es total. Su entrega y amor hacia los más desfavorecidos no tiene comparación. No hay palabras ni muestras de gratitud suficientes”, comenta emocionado Pedro Arévalo, vicepresidente del consejo parroquial de la parroquia San José Obrero, donde McInnes pasó gran parte de los 20 años que vivió en el Comité del Pueblo.
Al recorrer las calles de esta parroquia de aproximadamente 160.000 habitantes las huellas del padre Colin están del todo presentes: bien en unas viviendas sociales, en centros que funcionaron como emprendimientos, la Iglesia San José Obrero o el hospital público que se encuentra justo detrás de ella. Además de eso también imprimió un diario popular, inauguró una cooperativa de ahorro, realizó cursos para jóvenes y ancianos, construyó cuatro conjuntos  de viviendas para personas sin recursos y, lo más recordado, el sistema de agua potable para todo el Comité del Pueblo 

Incansable

Tuve que ir a Nueva York para conseguir el financiamiento que provenía de la deuda exterior que tenía Ecuador en los bancos estadounidenses. Esta solo le generaba intereses a pagar a los bancos, ya que estaba bloqueada, pero pudimos liberarla para desarrollar este gran proyecto, realizado de manera privada, a parte del Municipio, esto nos dio una gran independencia, en total fue una inversión de $1,2 millones”, explica el padre Colin quien mañana recibirá un homenaje en la Iglesia San José Obrero.

EL DATO
La iglesia parroquial de San José Obrero está en la  Avenida Eloy Alfaro y Mariano Urrea.

En realidad, según aseguran varios de sus estrechos colaboradores, el religioso escocés aportó importantes cantidades económicas provenientes de su familia y de sus amistades para levantar proyectos. A sus 72 años todavía guarda la entereza y la fuerza de antaño, porque si en algo coinciden todos es en su capacidad de trabajo. “Era incansable, trabajaba todo el día de sol a sol, tanto en la  parte pastoral como en la social. Siempre con algún nuevo proyecto, recolectando fondos, ayudando”, recuerda Galo Cevallos, quien trabajó con el padre Colin codo con codo durante 16 años en las labores de catequesis y proyectos con jóvenes.
Frente a la iglesia se juntan jóvenes que fuman y discuten acaloradamente. Llevan un perro pitbull. Uno tiene el pelo largo y barba, el otro luce ropa con un estilo hip hop. El vicepresidente de la parroquia los señala: “Antes aquí había muchos ladrones, drogas, era un lugar peligroso, el padre Colin fue quien transformó eso. Porque siempre se habla del agua y de los edificios que construyó, pero para mí lo más importante que hizo fue cambiar a la gente”.

CIFRA
A partir de las 20:00 es la ceremonia de agradecimiento. El 
núcleo de la obra es la iglesia San José Obrero, que fue iniciada por los salesianos y finalizada por él. Tiene capacidad para albergar a 700 personas. Justo detrás está el hospital San José. En frente un campo de fútbol y detrás las enormes máquinas que suministran agua a la parroquia. Todos los vecinos conocen su obra o su nombre, a pesar del tiempo transcurrido. “Él nos ayudó tanto, es una gran persona”, explica una señora que va rumbo al trabajo, “le debemos mucho, no le conozco personalmente, pero sé que hizo mucho por los más necesitados”, responde otro.

Agradecimiento

Mañana, a partir de las 20:00, en la iglesia San José Obrero se realizará el sentido homenaje en el que participarán todas las agrupaciones religiosas de la zona,  y se le ofrecerá una cena de agradecimiento. Entre las actividades no faltará la música y los coros de música que tanto le gustan, y las miles de personas que le demostrarán que las huellas que dejó, siguen todavía frescas. (MAP)

miércoles, 28 de julio de 2021

-Guayasamin, La Capilla del Hombre en Quito

Oswaldo Guayasamín (Quito 1919 - 1999) fue un destacado pintor, dibujante, escultor, grafista y muralista ecuatoriano. La obra de Guayasamín es famosa en todo el mundo.

 Biografia:

A los siete años Oswaldo Guayasamin manifestó su vocación artística y comenzó a pintar sus primeras obras. Su vida fue complicada. Fue expulsado de seis colegios por falta de talento. Guayasamín observaba el rostro de sus maestros que lo sacaban de clase por caricaturizarlos, uno de ellos le dijo: “hazte zapatero... porque no sirves para nada».



Su actitud artística despierta a temprana edad. Antes de los ocho años, hace caricaturas de los maestros y compañeros de la escuela. Todas las semanas renueva los anuncios de la tienda abierta por su madre. También vende algunos cuadros hechos sobre trozos de lienzo y cartón, con paisajes y retratos de estrellas de cine, en la Plaza de la Independencia.



A pesar de la oposición de su padre, ingresa a la Escuela de Bellas Artes de Quito. Es la época de la "guerra de los cuatro días", un levantamiento cívico militar contra Neptalí Bonifaz. Durante una manifestación, muere su gran amigo Manjarrés. Este acontecimiento, que más tarde inspirará su obra "Los niños muertos", marca su visión de la gente y de la sociedad. Continúa sus estudios en la Escuela y en 1941 obtiene el diploma de pintor y escultor, tras haber seguido también estudios de arquitectura.



-Su primer encuentro con la crueldad de la vida, el azote de la violencia y la injusticia de los asesinatos, que le llenó rebeldía el corazón, se titula Los Niños Muertos, recoge la brutal escena de un grupo de cadáveres amontonados en una calle de Quito, entre los que hay un chico de su barrio, su mejor amigo, de apellido Manjarrés.

-Asume una posición, frente a las crueldades e injusticias de una sociedad que discrimina a los pobres, a los indios, a los negros, a los débiles. Su nombre y ascendencia indígena, la pobreza de su infancia, el asesinato de su amigo, la crisis agobiante de los años 30, la Revolución Mexicana, la Guerra Civil española, y todo lo que va sucediendo en el mundo le hacen ver y sentir una realidad que se agudiza con el paso del tiempo y frente a la cuál asume una actitud ideológica que se manifiesta en sus obras.



-Guayasamin se formó en el periodo de mayor auge de la Escuela Indigenista, influencia evidente desde sus obras iniciales, las cuales fueron marcadas también por sucesos de índole política, como la muerte de su gran amigo Manjarrés en una manifestación pública, motivo que inspiró la obra llamada “los niños muertos”.



-Luego de que sus primeras exposiciones causaran polémica y un enfrentamiento con la exposición oficial de la Escuela de Bellas Artes; viaja a México, donde trabajaría un tiempo con el muralista Orozco, quien influenció en el lenguaje estético del pintor.

-En 1940 se graduó de pintor y escultor en la Escuela de Bellas Artes, dos años más tarde ganó sus dos primeros premios, en el Salón Mariano Aguilera.

-En 1943 emprende un viaje por varios países de Latinoamérica, pasando por Chile -donde entabla amistad con Pablo Neruda-, Argentina, Uruguay, Bolivia y Perú. Su travesía sirvió de inspiración para su gran serie “HUACAYÑÁN”, el “Camino del llanto”, compuesta de cien telas en torno a la temática del indígena, el negro y el mestizo.



-En 1956, su cuadro El Ataúd Blanco ganó el Gran Premio de Pintura de la III Bienal Hispano-Americana de Arte. Fueron llegando otros premios y reconocimientos a lo largo de su vida. A su primera exposición asistió Nelson Rockefeller, en ese entonces encargado de Asuntos Interamericanos de los Estados Unidos. Quedó impresionado con el trabajo de Guayasamín, le compró cinco cuadros y poco después gestionó una invitación para que el pintor visitara y exponga en Estados Unidos durante siete meses. 

Tiempo que Guayasamín aprovechó para visitar todos los museos posibles y conocer el trabajo de artistas como El Greco, Goya, Velásquez, Picasso, Renault, Orozco, entre otros. Viajó a China, India, URSS, Egipto, Grecia, y toda Europa, pero especialmente a Cuba, donde nació una gran amistad con Fidel Castro, al que pintó varios retratos.

-Nunca se afilió a un partido político, siempre militó en las causas de solidaridad con los pueblos oprimidos, en la lucha por la integración latinoamericana, contra las dictaduras, contra los abusos y agresiones de los países poderosos e imperialistas; por la Paz.



-En 1961 comenzó su segunda serie, La Edad de la Ira, con la cual quería mostrar los lugares y hechos que se convirtieron en mataderos de la humanidad durante el siglo XX, como fueron los campos de concentración nazis, la guerra civil española, las dictaduras en América Latina, las bombas de Hiroshima y Nagasaki, las invasión a Playa Girón en Cuba, entre otros. Esta serie, decía, - quedará inevitablemente inconclusa, puesto que es parte de un proceso histórico todavía en marcha.


Sus cenizas descansan bajo el denominado Árbol de la Vida, un árbol de pino plantado por el mismo Guayasamín en la casa en que vivió sus últimos 20 años.

Su arte: significado:

-Oswaldo Guayasamin durante su carrera abordó temas sensibles para la humanidad como son la crueldad, la injusticia, el dolor y la ternura, a través de una pintura que impacta a quien lo mira por el carácter humanista que refleja. En su pinturas, Guayasamín, plasma la defensa por los más desfavorecidos, representa el dolor humano y la desigualdad social pero también muestra señales de esperanza, al mostrar la victoria de los pueblos oprimidos. 

Utilizó el realismo social como la figura pictórica, que lo colocaría como un referente de la pintura ecuatoriana así como también un referente de gran envergadura a nivel internacional: “Cuando pinto una mano una boca, unos dientes o unos ojos, estas no son solamente una forma plástica… es pintura para herir, arañar y golpear el corazón”

-Sus pinceladas destilan memoria; no olvida un centímetro de la historia de la humanidad: Guayasamín nos pintó amando, llorando, mendigando, robando, desnudos, rezando, mutilados, matándonos, luchando, esperanzados… A través de la pintura, la escultura, el muralismo, el dibujo y el graffiti, dejó plasmada su alma en cientos de superficies. 



Se identificaría, en cada pincelada, con la protesta y la denuncia social, para retratarse con rabia; para llamar, desde sus trazos, a una sociedad más justa y a una vida mejor para los desposeídos. En sus obras, vivifica su posición con respecto a los humanos y a la sociedad, los cuales están plagados de injusticias, desigualdad, humillación, pobreza y olvido por el respeto a las raíces indígenas, el desapego al pasado ancestral del que el mestizo ecuatoriano se alejó. 

Asimismo, muestra tanto el sufrimiento y las contradicciones humanos, como la voluntad de búsqueda de la luz, la salida, la liberación: “Si no tenemos la fuerza de estrechar nuestras manos con las manos de todos, si no tenemos la ternura de tomar en nuestros brazos los niños del mundo, si no tenemos la voluntad de limpiar la tierra de todos los ejércitos; este pequeño planeta será un cuerpo seco y negro, en el espacio negro.”. 



Su arte nos invita a repensarnos, a preguntarnos hacia dónde vamos, cuáles son nuestras raíces, de qué estamos hechos. Su arte es historia, es política, condensa las pasiones humanas: el odio, la guerra, el amor, la resistencia, las ansias de liberación. 

Y tal vez sus tres series principales sean análogas a lo que transitamos como hombres y mujeres, en el largo camino de la vida: el llanto, la ira, y la ternura.

-La ternura de la madre por su niño, es un tema mayor en las pinturas de Guayasamín, tema también presente, en la serie: « La Edad de la Ternura » que realiza como homenaje del pintor a su madre, pero también, a todas las madres que son para él, el símbolo mismo de la “defensa por la vida”.


La Capilla del Hombre en Quito

A partir de 1996 inició en Quito su obra más importante, el espacio arquitectónico denominado La Capilla del Hombre como un homenaje al ser humano, especialmente al pueblo latinoamericano con su sufrimiento, luchas y logros, pasando por el mundo precolombino, la conquista, la colonia y el mestizaje. 

Un museo de arte, construido en su ciudad natal, en homenaje al ser humano, a los hombres y mujeres de América Latina.


Guayasamin falleció el 10 de marzo de 1999, sin ver finalizada su obra máxima, La Capilla del Hombre que se inauguró en el 2002.


Este proyecto fue declarado por la UNESCO como prioritario para la Cultura y fue ejecutada con aportes de entidades de Ecuador, Chile, Bolivia, Venezuela y con la solidaridad de artistas, cantantes y pintores, de Hispanoamérica con la donación de obras y la realización de festivales musicales.

En el entorno de La Capilla del Hombre se conjugan, su arquitectura, los cuadros, murales, esculturas, sus espacios abiertos y el mensaje de compromiso con los Derechos Humanos, la Paz y la Solidaridad. Declarada por la UNESCO Patrimonio Cultural del Estado Ecuatoriano por Congreso Nacional.


La Capilla del Hombre se aleja de lo religioso. “Es un centro de recogimiento, un sitio donde se pueda meditar sobre la trayectoria de la humanidad en este continente, desde hace milenios, hasta nuestros días.” (Guayasamin). La primera fase del proyecto se inauguró el 29 noviembre 2002, y se realizó con aportes del propio Guayasamín, y de entidades de Ecuador, Chile, Bolivia, Venezuela y de la solidaridad de artistas-cantantes y pintores- de Hispanoamérica con la donación de obras y la realización de festivales musicales.

Tiene un área aproximada de 4000 metros cuadrados de construcción. Está dividida en 2 plantas:

-la Primera Planta o PB corresponde a la Sala Contemporánea, tiene un piso hecho en Chanul, madera utilizada en América desde el siglo XIX, y el

-Subsuelo corresponde a la Sala Prehispánica, tiene un piso hecho en piedra Laja (roca negra volcánica utilizada en los Templos de Sol). El piso de los pasillos o cámaras laterales de la Sala Prehispánica tiene Tejuelo o Gres de arcilla cocida, que era el material utilizado en templos y Capillas Católicas.

Con una arquitectura claramente andina, que evoca los precedentes arquitectónicos producidos por nuestros pueblos originarios, hace más de tres mil años, la Capilla del Hombre se ha convertido en uno de los edificios culturales de mayor significación identitaria de nuestro continente, tanto por su arquitectura como por la obra de arte que en ella se exhibe.

                                       La lucha del Cóndor y el Toro (tema indígena)

Es como una gran piedra, de gran simbolismo, colocada en el paisaje andino. Evoca la presencia sin tiempo de nuestras culturas, la resistencia cultural a la enajenación y, la permanencia y persistencia de nuestra cosmovisión y valores fundamentales, como pueblos, como etnias, como culturas.