En la Parroquia de Lloa, ubicada a 15 minutos de la ciudad de Quito, miles de fieles acuden a la iglesia de la Virgen del Cinto y agradecen los milagros recibidos de su patrona: la Virgen María y se la puede observar entre las piedras junto al niño Jesús en sus brazos, además dos mujeres que le acompañan una en cada extremo, también dos frailes y un niño de una de las mujeres.
Historia del lugar: Había una vez una
señora residente de la parroquia de Lloa que cada mañana salia a vender sus
quesos y leche, la venta del día había sido pésima, al regresar camino a casa
se asombró al mirar en una piedra la imagen de la Virgen.
Todos los vecinos del sector se acercaron a mirar que es lo que estaba sucediendo, entonces observaron a la Virgen, y desde aquel día esta señora no se preocupo más por la venta de sus quesos y leche, pues todos los días vendía todo su producto.
Peregrinaciones: En el mes de septiembre, todos los domingos se realiza la peregrinación al Santuario del Cinto desde el barrio la Mena por la carretera hasta Lloa. Cientos de creyentes acuden al sitio a venerar a la Virgen pintada en la piedra cuyo origen milagroso es desconocido per se le atribuye al Fray Pedro Bedón que fue pintor español de la escuela quiteña de arte que vivió entre los años 1551 y 1621.
Historia remota. La devoción a la Virgen del Cinto se inicia en Italia, en la cuidad de Prato asentada en la región de Toscana. En el año 1141 un mercader llamado Miguel viajo a Jerusalén y se caso con una joven judía llamada María, quien se cree fue descendiente del apóstol Santo Tomas, el mismo que recibió el cinturón de la virgen al momento de la asunción al cielo. Este cinturón había pasado de generación en generación hasta llegar a los padres de María quienes entregaron a Miguel como dote matrimonial. A su regreso a Prato Miguel conservo el cinto con grande veneración hasta el momento de su muerte, que fue entregado a la parroquia de San Esteban. A partir de entonces es cuando se hace popular la devoción al cinto en al parroquia y fuera de ella, incluso fue motivo de pintura de cuadros de grandes artistas como Filipo Lippi.
Por el año 1922 se hacen cargo los padres Josefinos y
el padre Pedro Savio es quien decide construir una Iglesia grande con
características góticas que albergue a mas peregrinos. En el año 1948
comenzaron a embellecer el interior del templo con pinturas de la Virgen y de sus
milagros. A finales de 1970 se encarga su cuidado al Padre Carollo quien decide
derrocar y construir el actual templo mas amplio pero de menor belleza. Sea
como fuere a lo largo de todos los tiempos la Madre del Cinto sigue acogiendo,
consolando y dando muestras de amor maternal a todos los que suplican su
cuidado y protección.
La ruta de llegada a este mirador empieza en el sur de Quito, en la avenida De los Libertadores, en el sector de Chillogallo. A mitad de la ruta está el santuario de la Virgen de El Cinto, la que es llevada en peregrinación hasta el borde del cráter del Guagua Pichincha, una vez al año.
La vista panorámica es maravillosa, se observa Lloa, la avenida de los volcanes, el centro y el sur de Quito. Desde el refugio del Pichincha se llega al mirador, desde ahí, la vista del cráter del volcán es única.
Cuentan los vecinos de Lloa que ya son 107 años que durante todo el mes de septiembre tienen lugar las romerías al Santuario del Cinto. La primera romería se realiza el primer domingo de septiembre. La segunda el ocho de septiembre que es el día propio de la fiesta o el día de la Virgen María. Se estima que este año asistan unas 30 mil personas durante los cinco domingos de peregrinación.
Durante el mes de septiembre en las inmediaciones de la Iglesia se establece una feria de comidas, estampas y artesanías. Entre la gastronomía típica se destaca: el champús con mote (plato típico de Lloa), la colada morada y pan de trigo, caldo de treinta y uno, tortillas con ornado, tortillas con caucara, mote con fritada; empanadas de viento, habas con mellocos, cañas de azúcar y jugo de caña, almejas, menudo de chancho con morcillas y la chicha de jora.
Esta es una gran ocasión para el reencuentro
familiar ya que llegan parientes, devotos de la virgen, desde hasta de otros
países o de diferentes partes del país y de la ciudad para
agradecer los milagros o porque las mujeres que no pueden tener hijos quedaron
embarazadas.
La peregrinación también se ha trasformado en
turismo religioso, ya que luego de visitar a la Virgen del Cinto se puede
visitar Lloa, que está ubicada a unos cuatro kilómetros del Santuario, en donde
existe pesca deportiva, caminatas, las aguas termales de Urauco o subir hasta
el Guagua Pichincha.
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