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miércoles, 9 de diciembre de 2020

- La minga: un trabajo colectivo

La minga indígena, una actividad ancestral que une a las familias



Minga significa trabajo colectivo y desde su aparición, unos 1.500 años aC, es una forma de comunicación que crea lazos entre los miembros de una comunidad. La minga es una manifestación de origen andino y que se practica especialmente en el seno de los pueblos indígenas de Ecuador.



La minga (minka en kichwa) es una antigua tradición de trabajo comunitario o colectivo con fines de utilidad social. La minga es una filosofía de vida de las comunidades que ha permitido dar continuidad a las diferentes formas de expresión cultural, afirma Ariruma Kowii, director del área de Letras de la Universidad Andina Simón Bolívar. Veamos algunos ejemplos, a modo de testimonio sobre la minga:



1-Angahuana.Testimonio de una minga:

Los moradores de la comunidad de Angahuana -es un pueblo indígena que se encuentra ubicado en la sierra central del Ecuador, pertenecientes a los pueblos Kichwas, al Sur-Oeste de la provincia de Tungurahua, cantón Ambato, parroquia Santa Rosa.Situado en el Km 7 vía Ambato–Tisaleo. Su idioma oficial es el Kichwa, mantienen su vestimenta, fiestas y tradiciones así como el uso de instrumentos musicales propios- hoy buscan sus herramientas, pues es día de minga y nadie puede faltar.



Carmen Iza, moradora de este sitio, desde tempranas horas de la mañana con mucha prisa da de comer a sus animales y arregla su casa, puesto que la convocatoria es masiva a través de los parlantes, por los cuales se llama para la actividad que se va a realizar. Con mucho cuidado envuelve su tonga en una chalina y presurosa sale de su vivienda rumbo al punto de concentración. 



Cientos de comuneros llegan al sitio todos con sus atuendos típicos y listos para el trabajo, mientras que los directivos organizan la jornada. De acuerdo con Carmen, en la comunidad todos acuden al llamado sin distinción de edad o sexo para participar en el trabajo comunitario.

2-En una minga del agua. Video de John Valverde (joven del cantón Cotopaxi que graba en video las costumbres de su tierra)

“Así es una minga en el páramo”: https://www.youtube.com/watch?v=2Y53frZT5Vg

3-Roldós. Minga en los barrios de Quito

“Dejamos el trabajo cotidiano para dar valor a nuestras costumbres y ayudarnos entre vecinos, sobre todo cuando se trata de un beneficio que es para todos”, asegura.



Con gotas de sudor en la frente, una pala, un azadón o un pico entre las manos, y cubiertos de tierra, más de 900 vecinos de la Roldós, en el noroccidente de Quito, hacen de la minga comunitaria una fiesta cada 15 días. Desde hace cuatro meses, la comunidad empezó a convertir terrenos baldíos, copados de matorrales y basura, en dos parques con canchas, juegos infantiles y zonas de recreación.



La obra tiene un 70% de avance; un ‘cambio extremo’ que gracias a las manos de niños, adultos mayores, hombres y mujeres, es posible. Ariruma Kowii, catedrático y coordinador de la Universidad Andina, explica que la minga consolida el concepto de identidad y de vecindad, mejora la comunicación entre la gente, aumenta la solidaridad, incrementa la seguridad y ahorra gastos.



El Estado Inca, que había conquistado el territorio quitu, la aplicaba para construir caminos y grandes obras. Daba a las comunidades tierra y a cambio recibía mano de obra. Había reciprocidad, añade. Según la Secretaría de Coordinación Territorial y Participación Ciudadana, entre el 1 de enero y el 18 de noviembre, 275 barrios de Quito han efectuado mingas.

En la Roldós, la actividad también es más que una necesidad para vivir mejor. “Es una forma de reforzar la identidad colectiva y la convivencia entre vecinos”, afirma Leonardo Cuestas, presidente de la Cooperativa Jaime Roldós Aguilera, y lo demuestra con las fotos que sostiene en su mano. En ellas aparecen Carlos mientras levanta una carretilla, María cuando empuja el pico junto a cuatro mujeres que ríen y Ana que sostiene una escoba frente a dos niños que ayudan con la pala. Leonardo Cuestas muestra las imágenes sin abandonar la sonrisa que revela su orgullo. “Para nosotros la minga no es una obligación, es un compromiso. Es la única forma de garantizar a nuestros hijos un mejor lugar para vivir”, dice y Ramón Pinoargote, gerente de la cooperativa, y Mirian Suntaxi, líder de la comunidad, asienten, mientras caminan hacia uno de los espacios verdes que construyen. La Roldós no es el único barrio que le apuesta a meter mano a la tierra. Los vecinos de la Urbanización San Gregorio de Pomasqui reforestaron sus áreas verdes. Los moradores de Generación de Barrios de Cotocollao Alto abrieron cunetas y adecentaron las vías. En San José de Jarrín los habitantes pintaron el parque y sembraron flores. En Puertas del Sol, se construye una zona de recreación sobre el relleno de una escombrera. Kowii asegura que en el pasado era posible diferenciar dos tipos de minga: la pública y la privada.



En la pública, todos los vecinos participaban para abrir un camino, arreglar un espacio verde, limpiar la zona, etc. La minga privada, en cambio, se efectuaba, especialmente, para construir o ampliar viviendas, sobre todo cuando una persona contraía matrimonio. “En ese tipo de minga se evidenciaba el principio de ‘ranty ranty’ o de reciprocidad. Es decir, si una persona recibía la ayuda de un vecino, quedaba comprometida a colaborar cuando el vecino lo necesitaba”, asegura Kowii.



En el caso de la Roldós el compromiso es general. Mientras Cuestas, Pinoargote y Suntaxi recorren uno de los parques, entre las manzanas 14 y 16, recuerdan que la organización fue difícil, pero todos participaron. En el barrio hay ‘jóvenes’, de 70 años, que con pico en mano aflojaron la tierra, y ‘arquitectos’, de apenas 6 años, que con pinturas diseñaron el parque. “Yo me encargué de coordinar las ideas de los pequeños. Los niños presentaron un dibujo de cómo querían el espacio y todos fueron tomados en cuenta. Este parque lo imaginaron nuestros niños”. Geovanny Pucha, jefe ambiental de la Administración La Delicia, sostiene que actualmente los barrios periféricos son los que más apoyan en el trabajo comunitario. “El 90% de los barrios alejados se compromete y nosotros los ayudamos. En la zona urbana el apoyo es reducido”. Él asegura que con la minga la gente se apropia de su territorio y que esa apropiación genera en la población un espíritu de pertenencia y solo entonces se comienza a cuidar y a trabajar por él. “Este es nuestro parque. Nosotros lo estamos construyendo y lo mantendremos”, dice Cuestas y se acomoda los cabellos con sus manos ampolladas por el trabajo en la minga de la semana pasada. En los setenta, el Municipio inauguró la Minga de la Quiteñidad, rememora el Cronista de la Ciudad. Esta buscaba que las personas se identificaran con la urbe en la Fiestas de Quito. 



4-Minga, ahorro y colaboración
Mientras indica a la gente qué es lo que se tiene que hacer en la minga, Julio Bravo asegura que entre el pueblo Tomabela se mantiene el trabajo en minga para construir y conseguir obras que los beneficien y que, además, les permiten ahorrar tiempo y dinero.
“En esta ocasión estamos limpiando la vía principal para que los buses que dan servicio a la comunidad puedan acceder a la misma, puesto que la vía quedó destruida luego de las labores de alcantarillado, manifiesta. Y gracias al trabajo de toda la comunidad, con la minga se han podido conseguir grandes obras. “El mismo sistema de alcantarillado fue hecho a través de esta modalidad, ya que la gente puso la mano de obra y la comida, mientras que las instituciones apoyaron con la maquinaria, los materiales, y más. Eso es labor en minga”.



El trabajo estuvo planificado para todo el día; sin embargo, la energía y el esfuerzo entregado por cada comunero hizo que al medio día se tenga avanzado el 70%.
Entre risas, bromas y ‘vaciles’, la minga es una oportunidad para encontrarse con los vecinos, los amigos y los familiares. Con un azadón pequeño acorde a su edad, María, de 7 años, pone su mano también. “Tenemos que ayudarnos entre nosotros para poder salir adelante”, manifiesta María Bravo, madre de la niña, quien dijo que desde pequeños se les enseña a colaborar en los trabajos comunitarios. 

5-Integración, lengua y gastronomía
La minga es una filosofía de vida de las comunidades que ha permitido dar continuidad a las diferentes formas de expresión cultural, expresa Ariruma Kowii, director del área de Letras de la universidad Andina Simón Bolívar.
“En una minga, dice, se dinamiza mucho la lengua, la gastronomía y las relaciones interpersonales. Durante el trabajo físico se conversa y se conoce a las personas durante la repartición de la chicha, una bebida elaborada con productos ligados a símbolos y herencias culturales. Se intercambia ideas y se hace amistades a la hora de servir la ‘pambamesa’, un banquete de habas, mellocos, maíz, papas cocidas, carnes… que se extiende sobre grandes telas blancas para que todos los mingueros se alimenten. Es decir, esta actividad fomenta mucho la comunicación, fortalece las relaciones interpersonales y consolida los niveles de relación que existen dentro de la comunidad”.



6-Algunos comentarios al video de John Valverde (numero 2):

1- Es digno de admirar esas mingas por las personas que se sacrifican; felicitaciones y mis respetos!!  

2- Quizás un ejemplo de personas que son bien unidos cuando se trata de el bien común para todos que hermosos campos los de mi país. Gracias John, buen video

3- Gente humilde y sencilla, esforzándose tanto y compartiendo una comida tan sabrosa después de un merecido descanso. Dios te bendiga John y a tu gente también.




viernes, 4 de diciembre de 2020

- Santuario de El Quinche, 2020 año de pandemia

El  Seminario Mayor San José de Quito participó de la Fiesta en honor a Nuestra Señora de la Presentación de El Quinche, este año celebrada con pocos fieles ,en el campo mariano, para mantener las distancias de seguridad.

Todos los seminaristas pudieron estar presentes. Presidió el Arzobispo de Quito acompañado de varios obispos, clero diocesano y los padres oblatos, custodios del Santuario de Nuestra Señora de El Quinche.

Acabada la celebración todos los seminaristas fueron invitados a subir al camarín de la Virgen para venerar a la Reina del Ecuador y poder tomar una foto del grupo.



Por primera vez en 419 años no se realizó la romería de la Virgen de El Quinche, prevista para el 21 de noviembre de 2020. Sí hubo dos sobrevuelos con la imagen original por todo el Distrito Metropolitano de Quito.

La celebración a la Virgen comenzó el sábado 7 de noviembre, con el pregón y en el que habrá una serenata mariana y una remembranza a todos los santuarios marianos, todo virtual y transmitida por los canales de la orden de los Oblatos, quien regenta el santuario. A partir del jueves 12 comienza la novena en el Campo Mariano. Los fieles si podrán acudir al sitio y participarán pues tiene un aforo para 400 personas.



Por seguridad, los días precisos en las que debían realizarse las romerías (13 y 14 de noviembre) se cerrarán las puertas del santuario. Sin embargo, habrá una transmisión de 12 horas en cada uno de esos días, con mensajes y rezos a la Virgen, su historia y milagros.



Los fieles podrán llamar a los números de teléfonos y enviar sus mensajes y saludos para ofrecerlos durante las eucaristías que se tiene previsto realizarse a lo largo de la noche. Para el sábado 14 y domingo 15 de noviembre, a partir de las 10:00, se prevén los primeros sobrevuelos con “el helicóptero de la Policía Nacional”.



El encargado de custodiar la imagen histórica, durante los sobrevuelos, será monseñor Alfredo Espinoza, arzobispo de Quito. Jamás en la vida la talla de cedro ha salido del Santuario, rememora el padre Piarpuzán; agrega que en esta ocasión lo hará solo por el tiempo de pandemia.

Esta reliquia nacional no es muy pesada, apenas tiene 18 kilos y 67 centímetros de alto; fue tallada en el siglo XVI por Diego de Robles y está revestida por un ropaje de brocado cubierto de gemas y bordado con hilos de oro y plata que solo dejan ver su rostro moreno y apacible. Las solemnes misas serán vía online, la del viernes 20, a las 18:00, la presidirá el obispo auxiliar de Quito, David De la Torre; y la del sábado 21, a las 10:00, el Arzobispo de Quito. Esta última será retransmitida por varios canales de televisión de señal abierta y por las radios María, Católica y Matovelle.

Cada año se realizan grandes caminatas hacia el santuario del Quinche, ubicado a 60 kilómetros de la capital. Pero este año se suspenderán por la emergencia sanitaria a consecuencia del covid-19. En lugar se están preparando eventos virtuales de la víspera, la fiesta y las octavas; y dos sobrevuelos el sábado 14 y domingo 15 de noviembre, indicó el padre oblato, Javier Piarpuzán, rector del santuario El Quinche.



Las caminatas peregrinas a la Virgen de El Quinche se suspendieron a causa de la pandemia de Covid-19. Iglesia católica y Policía Nacional hacen el pedido a los peregrinos de quedarse en casa y no salir a la característica romería.



Un amplio operativo de control con más de 200 funcionarios de Policía Nacional se ha dispuesto en los puntos principales de acceso a El Quinche para evitar que gente se transporte al santuario de la Virgen de El Quinche. 



El comandante de Policía del Distrito Tumbaco, Marco Muñoz, dijo que desde las 08:00 de hoy se colocaron vallas metálicas en las calles principales del Santuario y desde las 17h00 se trasladó a los municipios vecinos, como Calderón, Sangolquí, Pifo, Yaruquí, Checa, entre otras para disuadir a los peregrinos de ir al Quinche.. Las misas se llevarán a cabo de manera virtual y serán transmitidas en redes sociales y emisoras radiales, además se realizarán sobrevuelos con la Virgen de El Quinche por Quito y zonas aledañas.

El padre, Javier Ramiro Piarpuzán, párroco del Santuario de Nuestra Señora de la Presentación de El Quinche, hizo el pedido a todos los devotos católicos a festejar su fe religiosa desde casa. “La recomendación más grande es no perder la fe y cuidar la vida, la salud y la familia” dijo el párroco.


 

- Apariciones marianas en Quito

En Quito, en los siglos XVI y XVII, se dan apariciones marianas para el siglo XX. Veamos:
Mariana de Jesús Torres, una religiosa concepcionista española que vivía en Quito y tuvo apariciones de Nuestra Señora del Buen Suceso, entre 1594 y 1634. Lo que la Madre de Dios anunció, fue el triunfo de su Inmaculado Corazón.

Las apariciones de Quito se han hecho famosas en las últimas décadas debido a la gran cantidad de profecías que se dice hablan de una crisis en la Iglesia en el siglo XX. Las profecías hablan de estos temas:
- La luz de la fe casi se extinguirá en el siglo XX.
- El sacramento del matrimonio será atacado, la época se caracterizará por la lujuria desenfrenada y una corrupción moral casi total.
- El Diablo también atacará la inocencia de los niños.
- Habrá una crisis en las comunidades religiosas y sacerdotes depravados escandalizarán al pueblo cristiano.
- Las profanaciones del Santísimo Sacramento serán numerosas.
- Tras el aparente triunfo de Satanás, la Virgen destruirá el orgullo del Maligno, que será encadenado.

Posición de la Iglesia:
Mientras la madre Mariana vivía, el obispo de Quito, Mons. Salvador de Ribera, consagró la imagen de la Virgen en la Iglesia de la Inmaculada Concepción el 2 de febrero de 1611. La devoción a Nuestra Señora del Buen Suceso y las apariciones también fueron apoyadas por su sucesor, Mons. Pedro de Oviedo, obispo de 1630 a 1646. En 1906, esto es, 271 años después de su muerte, fue exhumado el cuerpo de la madre Mariana y encontrado incorrupto. Su proceso de beatificación se abrió en 1986. El Convento de la Inmaculada Concepción en Quito fue proclamado santuario mariano.

Nuestra Señora del Buen Suceso
En el Monasterio de la Concepción de la ciudad de Quito, Ecuador, se hallaba orando la abadesa Mariana Francisca de Jesús Torres y Berriochoa cuando, repentinamente, Nuestra Señora hizo su aparición para anunciar terribles premoniciones y el triunfo de la Santa Iglesia. 
Era el 2 de febrero de 1594 (cuando la ciudad de San Francisco de Quito tenía apenas 60 años de su fundación española), la Madre Mariana Francisca de Jesús Torres oraba como todas las noches en el coro alto, frente al altar mayor cuando, repentinamente, vio apagarse la llama que ardía frente al Santísimo, dejando a la capilla en completa obscuridad. De repente, una voz dulce y angelical le dijo: “Soy María del Buen Suceso, la Reina del Cielo y de la Tierra”, mientras una luz celestial iluminaba el recinto.

Terribles predicciones:

“Amada hija de mi corazón, Yo soy María del Buen Suceso, vuestra madre y protectora” y así comenzó una serie de predicciones que llenaron de angustia a Mariana de Jesús. Grandes herejías se abatirían sobre la Tierra a fines del siglo XIX y todo el XX. “La luz de la Fe se extinguirá en las almas debido a la casi total corrupción de las costumbres. En esos tiempos estará la atmósfera repleta del espíritu de impureza (...) habrá grandes calamidades, físicas y morales, públicas y privadas. El corto número de almas en las cuales se conservará el culto de la Fe y de las buenas costumbres sufrirá un cruel e indecible padecer ...”.
Continuó diciendo la Santa Madre que serían considerados mártires aquellos que se sacrificaran a sí mismos por la Iglesia y las naciones y que vendrían momentos en los que todo parecería perdido y paralizado, pero ese “.. será el feliz principio de la restauración completa”. También anunció la emancipación de España y el martirio del presidente D. Gabriel García Moreno el 6 de agosto de 1875.

Anuncio de esperanza
Las predicciones hechas por Nuestra Señora a sor Mariana fueron terribles. Cataclismos, pestes, hambrunas, guerras sangrientas, invasiones y blasfemias;”...habrá una guerra formidable y espantosa en la que fluirá sangre de propios y ajenos, de sacerdotes seculares y regulares y también de religiosas”.
Sin embargo, sobre el final, palabras de esperanza inflamaron el ánimo de la religiosa: “...entonces es llegada mi hora, en la que Yo, de una manera asombrosa destronaré al soberbio Satanás, poniéndolo bajo mi planta y encadenándolo en el abismo infernal, dejando por fin libre a la Iglesia y a la Patria de su cruel tiranía”.
Lo que la Madre de Dios anunció, al igual que en Fátima siglos más tarde aunque con otras palabras, fue el triunfo de su Inmaculado Corazón: “Recen con insistencia pidiendo a nuestro Padre Celestial que ponga fin atan malvados tiempos, por el amor del Corazón Eucarístico de mi Santísimo Hijo...”.

Magnífica imagen
Nuestra Señora pidió también insistentes oraciones para que Dios envíe “... el Prelado que deberá restaurar el espíritu de los sacerdotes”. Prelado al que “dotaremos de una capacidad pura, de humildad de corazón, de docilidad a las diversas inspiraciones, de fortaleza para defender los derechos de la Iglesia” y de “un corazón tierno para que, cual otro Cristo, atienda al grande y al pequeño”.
La Virgen María indicó que Francisco del Castillo, el mejor escultor de Quito, tallase su imagen asegurando que serían los Arcángeles San Miguel, San Gabriel y San Rafael quienes guiarían su mano.
El 16 de enero de 1611, temprano por la mañana, cuando las hermanas entraron en la capilla para orar, vieron la magnífica imagen en el coro irradiando luz hacia todas partes, milagrosamente transformada por los tres Arcángeles.
La Madre Mariana Francisca de Jesús Torres falleció en olor de santidad el 16 de enero de 1635. “Ha muerto una santa”, exclamó la futura Santa Mariana de Jesús Paredes, entonces con 17 años de edad.
 *Por: Mons. Luis E. Cadena y Almeida | Fuente: Mensaje Profético de la Sierva de Dios Sor Mariana Francisca de Jesús Torres y Berriochoa y su fiel cumplimiento a través de los siglos

La Virgen del Buen Suceso de Quito: la bella historia de la imagen «milagrosa» de María tallada por los propios ángeles

La Virgen del Buen Suceso es extremadamente querida por el pueblo ecuatoriano: A finales del siglo XVI y principios del XVII se produjeron en el Real Monasterio de la Inmaculada Concepción de Quito, la que tiempo más tarde se convertiría en la capital del futuro Ecuador, hechos extraordinarios. Allí la Virgen María, bajo la advocación del Buen Suceso, se apareció a la Madre Mariana de Jesús Torres.



En sus mensajes hacía una descripción del mundo que llegaría con la crisis de fe del mundo, pero también en el seno de la Iglesia. Pero uno de los aspectos más llamativos es es el de la imagen milagrosa, la talla que la Virgen ordenó a la religiosa que mandase esculpir una imagen suya que finalmente fue tallada por los propios ángeles. Así quedó documentado en esta crónica de la época: 

“Medianoche. En el Real Monasterio de la Inmaculada Concepción, de Quito, el silencio fue roto por las doce campanadas del reloj que indicaba el comienzo del día 2 de febrero de 1594. Poco después entraba en la capilla la joven priora, la Madre Mariana de Jesús TorresCon el corazón repleto de amarguras, había ido a implorarle al divino Redentor que por intercesión de su bendita Madre solucionara los problemas que dificultaban la evangelización de aquellas tierras: los malos ejemplos que daban algunos sacerdotes y religiosos indignos, los injustificables desmanes de las autoridades eclesiásticas y civiles, agravado todo ello por manifestaciones de desobediencia en su propio convento. Prosternada con la frente en el duro suelo de piedra, oraba con fervor cuando una dulce voz interrumpió sus plegarias llamándola por su nombre: “Mariana, hija mía”. Se levantó rápidamente y vio delante de ella a una bellísima Señora, resplandeciente de luz, que tenía en su mano izquierda al Niño Jesús y en la derecha un báculo todo de oro pulido, adornado con piedras preciosas.

—Hermosa Señora, ¿quién sois y qué queréis? —le preguntó, rebosante de felicidad.

Soy María del Buen Suceso, la Reina del Cielo y de la tierra. Vengo a consolar tu corazón afligido. Empuño en el brazo derecho el báculo que ves, porque quiero gobernar este mi monasterio como Priora y Madre.

Duró cerca de dos horas el coloquio de la humilde monja con la celestial Visitante. Cuando ésta se retiró, tan sólo la tenue luz del candil iluminaba la capilla, pero la Madre Mariana se sentía tan fortalecida como deseosa de luchar y sufrir por amor a Nuestro Señor Jesucristo.

¡Y no le faltaron sufrimientos y pruebas! Cinco años después, la madrugada del 16 de enero de 1599, se le apareció de nuevo la Santísima Virgen para reconfortarla. Le comunicó los designios de Dios en relación con aquel monasterio, le hizo proféticas revelaciones acerca del futuro de Ecuador y de las persecuciones que allí sufrirían las comunidades religiosas, y agregó:

Por eso es voluntad de mi Hijo Santísimo que tú misma mandes ejecutar una estatua mía, tal como me ves, y la coloques sobre la cátedra de la priora para que yo desde ahí gobierne mi monasterio, poniendo en mi mano derecha el báculo y las llaves de la clausura en señal de propiedad y autoridad. A mi divino Niño lo harás colocar en mi mano izquierda: primero, para que los mortales entiendan que soy poderosa para aplacar la justicia divina y alcanzar piedad y perdón a toda alma pecadora que a mí acuda con corazón contrito; y segundo, para que mis hijas comprendan que les muestro y les doy como modelo de su perfección religiosa a mi Hijo Santísimo; vengan ellas a mí para que yo les conduzca a Él.

La religiosa ponderó con timidez:—Linda Señora, vuestra hermosura me encanta. ¡Oh, si me fuera dado dejar la tierra ingrata para elevarme con Vos al Cielo! Mas permitidme que os haga saber que ninguna persona humana, por más entendida que fuese en el arte de la escultura, podrá trabajar en madera vuestra encantadora imagen, tal como me pedísEnviad para esto a mi Seráfico Padre a fin de que él labre esta obra en madera escogida, teniendo como oficiales a los ángeles del Cielo, porque no sabría explicar ni menos podría saber y dar la estatura de vuestra talla.

Nada te atemorice, hija mía — contestó la Virgen—, atenderé tu petición. En cuanto a mi altura mídela tú misma con el cordón seráfico que traes a tu cintura.

La joven priora hizo una reverente objeción: Hermosa Señora, mi Madre querida, ¿atreverme yo a tocar vuestra frente divina, cuando los espíritus angélicos pueden hacerlo? Vos sois el arca viva de la alianza entre los pobres mortales y Dios; y si Osa cayó muerto sólo por el hecho de haber tocado el Arca santa para evitar que cayese al suelo [2 Sam 6, 6-7], cuánto más yo, mujer pobre y débil…

—Me alegra tu humilde temor y veo el amor ardiente a tu Madre del Cielo que te habla; trae y pon en mi mano derecha tu cordón y tú con la otra extremidad toca mis pies.

Temblando de júbilo, de amor y reverencia, la religiosa hizo lo que María Santísima le ordenaba, y ésta prosiguió:

Aquí tienes, hija mía, la medida de tu Madre del Cielo; entrégala a mi siervo Francisco del Castillo, explicándole mis facciones y mi postura. Él trabajará exteriormente mi imagen porque es de conciencia delicada y observa escrupulosamente los Mandamientos de Dios y de la Iglesia; ningún otro escultor será digno de esta gracia. Tú ayúdalo con tus oraciones y con tu humilde sufrimiento.

En otra aparición, en la misma hora de las anteriores, es decir, poco después de las doce campanadas de la medianoche, la Virgen Madre de Dios prenunció una época calamitosa para la Iglesia en Ecuador, tiempos en los que casi no se encontraría inocencia en los niños, ni pudor en las mujeres, y añadió:

Con todo esto sufrirán tus sucesoras; ellas aplacarán la ira divina recurriendo a mí bajo la advocación del Buen Suceso, cuya imagen pido y mando que hagas ejecutar para consuelo y sustento de mi monasterio y de los fieles de ese tiempo. Esta devoción será el pararrayo colocado entre la justicia divina y el mundo prevaricador. Hoy mismo, cuando amanezca, irás a hablar con el obispo y le dirás que yo te pido que mandes esculpir mi imagen para que sea colocada a la cabeza de mi comunidad, a fin de tomar posesión completa de aquello que por tantos títulos me pertenece. Él deberá consagrar mi imagen con el sagrado óleo y le pondrá el nombre de María del Buen Suceso de la Purificación o Candelaria. E insistió:

Ahora es preciso que mandes ejecutar con presteza mi santa imagen, tal cual me ves, y te apresures a colocarla en el lugar que te indiqué.

La humilde religiosa repitió la misma tímida objeción que había hecho cinco años antes:

—Bella Señora y Madre querida de mi alma, la imperceptible hormiguita que tenéis ante vuestra presencia, no podrá referir al artista ninguna de vuestras bellas facciones, vuestra hermosura, ni vuestra estatura; no tengo palabras para explicarlo, y no hay nadie en la tierra capaz de hacer la obra que me solicitáis.

—Nada de esto te preocupe, hija querida. La perfección de la obra corre por mi cuenta. Gabriel, Miguel y Rafael tomarán a su cargo secretamente la fabricación de mi imagen. Deberás llamar a Francisco del Castillo, que entiende de arte, para darle una sucinta descripción de mis facciones, exactamente como me viste, pues con esta finalidad me aparecí tantas veces a ti.

Y por segunda vez la Virgen Santa le ordenó que midiera su altura:

—En cuanto a mi estatura, trae acá el cordón que te ciñe y mídeme sin temor, pues a una Madre como yo le agrada la confianza respetuosa y la humildad de sus hijas.

—Reina del Cielo y Madre querida, aquí tienes la cuerda para mediros. ¿Quién la sostendrá en vuestra hermosa frente, adornada por esa linda corona, con la que la Santísima Trinidad os coronó? Yo no me atrevo, ni podría alcanzar vuestra altura por mi pequeña estatura.

—Hija querida, pon en mis manos una de las puntas de tu cuerda y yo la colocaré en mi frente, y tú aplicarás la otra a mi pie derecho.

Nuestra Señora tomó una de las extremidades del cordón y la puso en su frente, dejando a la extasiada monja que hiciera otro tanto en el pie derecho. El cordón era un poco corto, pero se estiró milagrosamente, como elástico, hasta alcanzar la estatura de la celestial Dama.

“Hoy mismo, cuando amanezca, irás a hablar con el obispo”, le había mandado la Virgen Santísima a la Madre Mariana. No obstante, previendo diversos obstáculos iba atrasando el cumplimiento de la orden recibida. Doce días después se le apareció de nuevo, resplandeciente de luz como siempre, pero esta vez silenciosa y mirándola con amable severidad.

Tras oír una maternal advertencia, seguida de explicaciones que deshicieron todos sus temores, respondió la religiosa:

—Bella Señora, justa es vuestra reprensión. Os pido perdón y misericordia, y prometo enmendarme. Hoy mismo hablaré con el obispo para comenzar la ejecución de vuestra imagen.

De hecho, ese mismo día expuso a Mons. Salvador de Ribera la orden recibida de la Reina del Cielo. Él oyó con atención el relato de la santa priora, puso a prueba su objetividad, por medio de muchas preguntas capciosas, y, por fin, dio su aprobación al proyecto; se comprometió incluso a ayudar en todo lo necesario para su pronta realización.

Entonces la Madre Mariana se apresuró a contratar al escultor Francisco del Castillo: “Sabiendo que usted es ante todo un buen católico y después hábil escultor, quiero confiarle una obra muy especial que requiere un aplicado esmero: esculpir una imagen de la Virgen María, la cual deberá tener facciones celestiales, semejantes a las de Nuestra Madre Santísima que está en el Cielo en cuerpo y alma; yo le daré la medida, pues tendrá la estatura exacta de nuestra celestial Reina”.

Francisco del Castillo recibió esa incumbencia como una insigne gracia de Nuestra Señora y rechazó categóricamente cualquier pago por sus servicios. Dedicó varios días buscando en Quito y en los alrededores la mejor madera, y enseguida se puso manos a la obra. Trabajaba con tanto amor, y sentía tamaña consolación que no conseguía contener las lágrimas.

Pronto surgieron bienhechores para las tres importantes piezas de orfebrería: las llaves, la corona y el báculo. A petición de las monjas, el escultor realizó todo el servicio no en su taller, sino en el coro alto del monasterio.

Se había fijado para el día 2 de febrero de 1611 la solemne bendición litúrgica de la imagen sagrada. Tres semanas antes de ese plazo, faltaba solamente un “pequeño” detalle: darle al rostro un colorido digno de la cara de la Santa Virgen de las vírgenes. Decidió el maestro Del Castillo hacer una última pesquisa en busca de las mejores tintas; marchó con ese objetivo, y prometió estar de vuelta el 16 de enero para ejecutar la delicada operación, de lejos la más importante de sus obras. Grande era la expectativa de las religiosas cuando, al amanecer del día 16 se dirigían a la capilla para, como de costumbre, alabar a Nuestra Señora con el canto del Pequeño Oficio. Al acercarse al coro alto comenzaron a escuchar melodiosas armonías que las dejaron llenas de emoción. Entraron presurosas y… ¡oh prodigio!, una luz celestial inundaba todo el recinto, en el cual resonaban arrebatadoras voces de ángeles que cantaban el himno Salve Sancta ParensParens (Dios te salve, Santa Madre).

Entonces se dieron cuenta del portentoso hecho: la imagen estaba concluida de forma milagrosa.

Desbordantes de admiración, contemplaban aquel celestial rostro, del que salían rayos de luz que iluminaban toda la iglesia. Aureolada por esa luz vivísima, la fisonomía de la santa imagen se mostraba majestuosa, serena, dulce, amable y atrayente, como invitando a sus hijas a que se acercaran con confianza a darle un filial abrazo de júbilo y de bienvenida. El semblante del Niño Jesús expresaba amor y ternura para con aquellas esposas suyas tan amadas por Él y por su Madre. Ese día todas progresaron en la vida espiritual, y comprendiendo mejor su propia vocación, pasaban a amar más y más a su divino Esposo y se empeñaban en el cumplimiento exacto de la Regla y de las obligaciones particulares.

A la hora concertada llegó Francisco del Castillo, contento por haber encontrado excelentes tintas para concluir la obra escultural. Sin decirle nada de lo que había ocurrido, la Madre Mariana y algunas monjas más lo acompañaron al coro alto. Imposible describir la sorpresa y la emoción del piadoso artista.

—Madres, ¿qué veo? Esta primorosa imagen no es obra mía. No sé lo que siente mi corazón, pero esta obra es angelical. Ningún escultor, por hábil que sea, podrá jamás imitar tanta perfección y tan extraordinaria belleza.

Y diciendo esto, cayó de rodillas a los pies de la santa imagen, desahogando su corazón, inundado en lágrimas que brotaban de sus ojos. Se levantó enseguida, pidió papel y tinta para hacer un testimonio escrito, jurando no ser aquella imagen obra suya, sino de los ángeles, porque se encontraba acabada de otra manera que la que había dejado seis días antes en el coro superior del monasterio. Jamás había visto, ni en España, ni en toda su larga vida, de ya 67 años, color de piel igual a ese.

No contento con eso, salió sin demora en busca del obispo, Monseñor Salvador de Ribera, a quien le hizo un detallado relato de lo ocurrido, reafirmando que en aquella imagen nada era obra de sus manos: ni la escultura ni, mucho menos aún, la pintura y el color de la piel.

De este modo, quedó documentado que la imagen de Nuestra Señora del Buen Suceso fue ejecutada por los ángeles. La Virgen María cumplió a rajatabla la promesa que le hiciera a la Madre Mariana: “La perfección de la obra corre por mi cuenta. Gabriel, Miguel y Rafael tomarán a su cargo secretamente la fabricación de mi imagen”.