El domingo 1 de octubre 2023 fui
invitado a presidir las misas de 11 y 12 am en el altar mayor de la catedral
metropolitana de Quito. Es un honor poder celebrar en el primer templo de
Quito.
La invitación la recibí de monseñor Pepe
Asimbaya, Obispo castrense del Ecuador, quien acostumbra a presidir estas dos
celebraciones en la mañana del domingo; pero este domingo, por motivos
pastorales, tuvo que ausentarse y, por este motivo, me pidió poder sustituirlo.
En las dos misas me acompañó un seminarista del último curso de formación. En
el altar, además de tres monaguillos, colaboraban en la animación litúrgica una
guia y una cantora.
La catedral de Quito se encuentra en la parte colonial de la
ciudad, en el costado sur de la Plaza de la Independencia (popularmente
llamada: “la Plaza Grande”).
Es uno de los templos más antiguos de Sudamérica y orgullo
del Centro Histórico de Quito. Su construcción cuenta con estilos como el barroco, el
mudéjar, el rococó, el neogótico y el neoclásico. Posee una importante
colección de obras de arte entre otras importantes pinturas coloniales.
Historia de la catedral
Tras la fundación de la villa de San Francisco de Quito, el 6
de diciembre de 1534, y el posterior trazado de la ciudad se decidió otorgarle
a la iglesia todo el sector sur de la que sería la Plaza Mayor.
El primer templo provisional, levantado entre 1562 y 1565 por
Pedro Rodríguez de Aguayo bajo las órdenes del presbítero Juan de Rodríguez,
nombrado párroco, fue una construcción de adobe,
madera y techo de paja y reunió a los fieles
durante una década.
Con la elección de la parroquia quiteña a Obispado,
en enero de 1545, se nombra Obispo al español García Díaz Arias y este llega a
Quito el 13 de abril del año siguiente, junto al Vicario General Pedro Rodríguez
de Aguayo; y los planes para levantar un templo mayor con mejores condiciones
empezaron. Entre 1562 y 1565 se la edificó desde los cimientos. Esto convierte
a la Catedral de Quito en, probablemente, la más antigua de Sudamérica.
Su construcción es de piedra, y se usó el sistema de minga
(entre todos se trabaja y ayuda) para el acarreo, labrado y albañilería. Su emplazamiento
lateral contribuyó a jerarquizar la Plaza Mayor, pese a que su entrada
principal no se encuentra frente a ella ya que existía la profunda quebrada de
Sanguña, que no permitía que el templo se extendiera hacia atrás.
Después de la erupción del volcán Pichincha, que asoló Quito en
1660, la Catedral debió ser reconstruida por orden del Obispo Alonso de la Peña
Montenegro; y muchos de sus espacios internos fueron
re-decorados; de esta época es la pintura de la Virgen que se encuentra en el
retablo obra del pintor Miguel de Santiago.
En 1755 se llevó a cabo una segunda reconstrucción, debido al
terremoto que azotó la ciudad ese año, aunque no hubo mayores cambios debido a
que los daños no fueron significativos.
En la tercera reconstrucción de 1797, en la que se añadió
también el mencionado Arco de Carondelet, se encomendó al experto tallador
Manuel Chili Caspicara rehacer el retablo del coro, mientras los pintores Bernardo Rodríguez
y Manuel Samaniego decoraban el centro
del mismo y las enjuntas de los muros del templo con sus obras. De esta misma
época data el destacado tallado de madera y cubierta de oro del púlpito actual.
El terremoto de 1868 obligó a una cuarta reconstrucción, esta
vez de la torre del campanario, que se vino abajo con el sismo; esta solamente
terminó de ser reconstruida en 1930, en un estilo diferente a todo el contexto,
el llamado casco prusiano, debido a que el proyecto fue del arquitecto y
sacerdote alemán Pedro Bruning. Otras
intervenciones menores, todas para conservar el patrimonio de la Catedral, se
dieron en 1992, cuando se realizaron trabajos en la estructura y en las
cubiertas; y en 1997 y 1999 se hicieron reparaciones en el atrio y pretil.
Obras de arte de la catedral
Es una iglesia muy bonita, se puede apreciar el arte de la
Escuela de Quito, un estilo de arte religioso mezclando técnicas españolas con
el arte indígena del país.
El artesonado de madera de cedro de sus
techos recuerda la riqueza del conjunto. Los retablos con sus tallas, las
pinturas murales y otros ornamentos de indudable belleza configuran un entorno
rico y sugestivo.
En el plano
decorativo de la iglesia se decoran las enjutas con pintura murales del nuevo
testamento, obras en las que intervienen Bernardo Rodríguez de la Parra y
Samaniego (1803). De Rodríguez son los cuatro lienzos que decoran las naves
laterales, que para su composición, el artista se basó en un libro titulado “
cuadros del Antiguo y Nuevo Testamento” que en 140 figuras representas las más
notables historias del Testamento; según, las grabados de los maestros; también
pertenecen a Rodríguez los lienzos enmarcados en el sencillo retablo.
Silleria de madera policromada de la Catedral de Quito, en el presbiterio
Se puede observar en
la pintura mural de la enjuta, la escena de la “Última Escena”, donde existe un
secretismo, porque envés del cordero ellos están comiendo cuy, por el pan las
humitas, y con el vino, ellos beben chicha.
Julio Pazos Barrera lo describe con las siguientes
palabras: «el coro bajo es semicircular y
en su parte inferior se han adosado asientos tallados y dorados que los ocupan
los miembros del cabildo diocesano. El púlpito y los retablos de las capillas
son barrocos. Guarda la catedral frescos de Bernardo Rodríguez y Manuel
Samaniego. La gran pintura de la Asunción de la Virgen, ubicada en la parte
alta del coro, es obra de Samaniego, y en un altar del trascoro se exhibe la
singular escultura de la Sábana Santa de Caspicara».
A estas piezas, obra de los artistas más
connotados del arte quiteño, cabe sumar aquella que realizó el padre Carlos, La negación de San Pedro. Sin
duda, en esta y en las demás creaciones citadas se pone de manifiesto el alto
grado de sofisticación y belleza que había alcanzado el arte quiteño,
resaltando las cualidades de sus grandes maestros y el nivel artístico
insuperable a que habían llegado las artes plásticas en Quito.
Del mismo modo, destaca la riqueza
artística de las capillas de la catedral con sus respectivos altares. la
catedral de Quito cuenta con dos capillas: el Altar de las Almas y la de Santa
Ana, dedicada esta última a la madre de la Virgen.
¿Quién
está enterrado en la Catedral de Quito?
El prócer más importante de la
independencia ecuatoriana, el mariscal Antonio José de Sucre, está sepultado
aquí en una tumba que ocupa uno de los costados centrales de la catedral.
En la catedral se visita la Tumba
de Antonio José de Sucre, el Mausoleo de Juan José Flores, el Cenotafio del
presidente Gabriel García Moreno.y también el Cenotafio de Mercedes Jijón de
Vivanco.
Debajo del altar principal se encuentra
el cementerio de la catedral, donde descansan cardenales de Quito, arzobispos,
obispos y canónigos de la catedral quiteña.
Mausoleo del Mariscal Antonio José de Sucre.
Este sitio está
destinado para el descanso para gobernantes y un lugar de devoción a los héroes
de la Independencia, la Catedral está repleta de historias secretas. Las placas
grabadas, que forran las paredes exteriores, honran a los padres de la
Independencia. Los restos de la figura más célebre de la Independencia de la
ciudad, Antonio José de Sucre.
Los restos del
Mariscal fueron encontrados en 1900 en la Iglesia del Carmen Bajo y lo
trasladaron a la Catedral en una urna de mármol de carraca y oro. Esta capilla
y/o mausoleo se encuentran junto a la Sacristía. Y se inauguró en 1932, fecha
que de forma solemne se guardó la urna en un sarcófago de granito.
La Catedral
Matropolitana de Quito es una intrigante fusión de formas: arcos góticos llevan
a un techo morisco, mientras el coro neoclásico es adornado por una silla
episcopal, rodeada por esculturas coloniales de Caspicara. Y las tres naves son
claramente barrocas. Entre este mezcla de estilos, uno encuentra también con
una historia de la vida en el sacerdocio en el siglo XVII, los libros corales,
objetos de plata
que fueron dejadas por los feligreses y las túnicas usada por los sacerdotes.
Restauración reciente,
diciembre 2022
Con ocasión del bicentenario de
la Batalla de Pichincha, el Instituto Metropolitano de Quito intervino en La
Catedral, para preservarla y mantenerla reluciente. Uno de esos trabajos es la
restauración mantenimiento del mausoleo, donde reposan los restos del Mariscal
Antonio José de Sucre, que junto a valerosos patriotas ecuatorianos, consiguió
la independencia de la corona española. “Hecho que prendió la llama de la lucha
libertaria en varios pueblos de América”, manifestó el alcalde Santiago
Guarderas.
El general de Brigada Fernando
Adatty, Comandante de la Primera División de Ejército Shyris, agradeció a la
municipalidad por rendir culto a Jesús de Nazaret, que con respeto y cariño los
soldados lo denominan, el Señor de los Ejércitos. Y además, por dar la importancia
que se merece, en la historia ecuatoriana y de América del Sur, al Mariscal
Antonio José de Sucre. “Fuerzas Armadas
desea agradecer y felicitar a todas las instituciones involucradas en la
restauración del mausoleo de Sucre. Obra que permitirá fortalecer el civismo y
el amor a la patria”, dijo el Comandante Fernando Adatty.
Por su parte, el Arzobispo de Quito y Primado del Ecuador, Monseñor Alfredo Espinoza, al agradecer por la intervención dijo: “La Catedral reluce, se alegra, recobra vida y creo que es importante este momento que estamos viviendo. Quiero agradecer profundamente a Santiago, alcalde de Quito y al Instituto Metropolitano de Patrimonio. Se ha venido trabajando como hormiga en esta Catedral”, enfatizó el Arzobispo de Quito.